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X. Zubiri recoge de Ortega lo positivo y enraíza esta concepción del tiempo y de la histori~1 en la metafísica. Debo confesa r que las páginas que de– dica al tema en su libro, Naturaleza, Historia, Dios, son las más claras y profundas que he hallado en mis largas lecturas sobre el tema. Parte del con– cepto de tiempo y razona sobre él en estas frases densas: "La manera cómo el tiempo muerde en las cosas es muy diversa, según se trate de la materia o del espír itu. Para la materia el tiempo es pura su– cesión, y, por eso, la realidad se reduce al presen– te ... Tratándose del espíritu, la cosa cambia radi– ca lmente ... Nada de lo que alguna vez fue se pier– de por completo . El tiempo no es pura sucesión, si– no un ingrediente de la constitución misma del es– pí ritu... El hombre, no sólo .ha tenido y está tenien– do historia: el hombre es, en parte, su propia his– to ria" . Unas páginas después precisa más la relación de naturaleza e historia y escribe: "La misma reali– dad, que es naturaleza , es también historia. Pero aquello por lo que es naturaleza no es lo mismo que aquello por lo que es historia. El hombre está allende la naturalez 1 3. y la historia. Es una persona que hace su vida con su naturaleza . Y con su vida hace también su historia. Pero si el hombre está all ende la historia, la naturaleza está aquende la his toria. Entre su naturaleza y su existencia persa - Bar celona 1958, ha pu esto en relieve lo deficiente de es– t a fórmul a (p. 33, 158 y 211). Creemos, sin embargo, que h ay que interpretarla en la visión global que Ortega tie– n e del problema del hombre . 39

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