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mismo proceso que progreso? La historia del pen– samiento moderno se escinde ante tan gravísimos problemas. Un motivo más para oírla antes de apli– car estos conceptos en teología de la historia. Des– de este punto de vista la obra de O. Cullmann se muestra demasiado ingenua. No se puede hablar sin más del progreso de la revelación bíblica sin tomar conciencia de su distinción respecto del me– ro proceso natural. Su insistente polémica con Bult– mann por acusarle éste de ser partidario de la filo– sofía de la historia de Hegel queda resuelta a su favor con sólo advertir que la historia en Hegel es un mero proceso, un mero resultado -das Resuf– tat- de la dialéctica interna de la misma historia. Volveremos sobre ello más adelante . Quede esto co– mo anticipo de las graves cuestiones que implica este segundo problema que hemos señalado. A otro tercer problema queremos aludir en esta lección. Tal vez sea el más vidrioso hoy día. Este tercer problema pregunta cómo llegar a conocer la historia. O lo que es lo mismo, cómo se han de in– terpretar los testimonios históricos para captar la realidad histórica que testifican. Sobre su importan– cia baste recordar la opinión de H. G. Gadamer se– gún la cual hoy la filosofía se ha reducido a ser interpretación. Sin llegar a tanto, nadie negará que hoy la interpretación con la exégesis subsiguiente ha rebasado el campo bíblico para hacerse un pro– blema humano que afecta a las mismas raíces de nuestro pensar. Por lo mismo, la interpretación de la historia es uno de los problemas en el gran cam- 26
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