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Teilhard de Chardin es un esfuerzo titánico en este sentido. La aprovecharemos en el momento oportu– no, aunque haya que reconocer que tiene grandes limitaciones. Una muy principal consiste en que el docto jesuita trabaja con los números gigantes de la geología y de la antropología histórica. Y estos números no nos aclaran suficientemente la dura historia del hombre en los últimos 6.000 años de su existencia. Estos años son los nuestros 8 • Es obvio que ante este panorama el pensamien – to cristiano tenga que despertar. Hay señales de ha– llarnos ya de vela. Hoy se ·multiplican los estudios sobre teología de la historia, se nos dan visiones cristianas de la misma. Pero hay que reconocer que el número no corresponde a la calidad. Para lograr ésta, precisamos de instrumentos adecuados. Uno de los instrumentos más imprescindibles es una adecuada formulación de conceptos filosóficos que 8. De entre la inmensa bibliografia sobre Teilhard de Chardin anotamos estas obras como las más impor– tantes sobre su filosofía de la historia: F . BRAVO, La vi– sion de l'histoire chez Teilhard de C'hardin, Paris 1970; P. SMULDERS, La visión de Teilhard de Chardin, Bilbao 1967; A. GUGGENBERGER, Teilhard de Chardin. Versuch einer Weltsumme, Mainz 1963. En sentido restrictivo o negativo juzgan su filosofía de la historia: J. MEINVIELLE, La cosmovisión de Teilhard de Chardin, Buenos Aires 1960; L. ScHEFFCZYK; Christliche Weltfrommigkeit? Essen 1964; CH. JouRNET, La visión · teilhardienne du _ monde, en Divinitas 3 (1959) 330-334 . Para una mirada de conjunto al pensamiento de Teilhard de Chardin y a su bibliogra– fía, E. CoLOMER, Hombre y Dios al encuentro. Herder, Bar– celona 1974. 21
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