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de Hegel no capta su novedad, y menos su porve– nir 7 • Por el contrario, sienten con viveza el desafío hegeliano Marx y su escuela. Y elaboran una fi loso– fía de la historia de interpretación materialista que alcanza su máxima expansión en nuestros días. También el positivismo, otro de los sistemas más in– fluyentes en el siglo pasado, elabora su filosofía de la historia. Según ésta, la humanidad va pasando por diversos estadios. Ya quedan atrás el teológico y el metafísico. Entramos en el tercero, el posit ivo, guiado por la ciencia y por la técnica. Son muchos los que opinan que éste es el estadio definitivo de la humanidad supercivilizada . Es el que estamos vi– viendo. A estas interpretaciones de la historia, tan atrevi– das que intentan explicarlo todo, el pensamiento cristiano no tuvo una respuesta adecuada. Ello ex– plica por qué hayamos iniciado esta reflexión ha– ciendo notar que si las palabras programáticas de Pablo VI producen un alza ilusionada de espera nza, motivan también, ante el enorme retraso constata– do, un lamento que debe ser estímulo para quemar etapas y recuperar el tiempo perdido. La obra de 7. Sobre la Filosofía de la historia de Balmes, llamó la atención en un estudio iluminado pero insuficiente, T. CARRERAS ARTAU, Balmes y la Filosofía de la historia, en Pensamiento (1947) núm. extraor., 269-280. Posteriormen– te han aparecido otros estudios: F. DE URMENETA, Prin– cipios de filosofía de la historia . (A la luz del pen sa– miento de Balmes), Madrid 1952; V. FELIU EGIDIO, Siste– mati zación del pensamiento de Balmes en orden a una filosof ía de la historia, Madrid 1952. 20

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