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ta a exponer las corrientes actuales, pero lo hace con má– xima claridad . D. R1Esco DÍAz, Las grandes culturas y su filosofía com– parada, Lima 1954. Comentando la obra de cuatro pensa– dores de la historia , Spengler, Toynbee, Weber y Schu– bart, introduce de lleno en este gran tema. J. FERRATER MORA, Cuatro visiones de la historia univer – sal, Buenos Aires 1945. L. DUJOVNE, es el investigador del mundo hispánico que más seriamente se ha dedicado a estudiar las visiones de la hi storia. Sus vinculaciones a Israel quizá motive el que en algunas ocasione s no podamos compartir sus juicios sobre el influjo del cristianismo en la historia. Tres estu– dios ha dedicado a la historia de la filosofía de la histo– ria a lo largo de los siglos: La filosofía de la historia . en la antigüedad y en la edad media, Buenos Aires 1958; La filosofía de la historia desde el Renacimiento hasta el si– glo XIII, Buenos Aires 1959; La filosofia de la historia. De Niet zsche a Toynbee, Buenos Aires 1957. Da una visión general desde la filosofía de los valores en: Teoría de los valores y filosofía de la historia, Buenos Aires 1959. Ha publicado tambi én estudios particulares sobre B. Croce y Ortega y Gasset . II. BIBLIOGRAFIA SEGUN LOS TEMAS DE LA OBRA En los numerosos estudios actuales sobre teología de la historia, incidentalmente, al menos, se toca el tema de los presupuestos filosóficos de la misma. Pero no hay un estudio sistemático que pueda satisfacer las exigencias de colaboración entre filósofos y teólogos. Recordamos algu– nos de los principales autores que han escrito sobre teo– logía de la historia con incidencia en la filosofía: H. Urs von Balthasar, J . Daniélou, L. Malevez, M. Schmaus, J. Pieper , R. Bultmann , O. Cullmann, E. Benz, H. Butterfield, W. Kamlah, etc . E. CASTELLI, presuppositi di una teologia della sto– ria. No aborda los presupuesto_§ filosóficos, sino más bien los teológicos, especialmente el tema de la caída del hom– bre. H.-I. MARRou, Théologie de l'histotre. Contra lo que pod ía esperarse de este pensador, no expone los presu– puestos filosóficos de la teología de la historia. Por otra parte, esta obra no se halla a la altura de las otras de este pensador, a quien hemos utilizado largamente en nuestro estudio. 122
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