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CONCLUSION Cerramos este estudio volviendo a repetir que es más programa de cuestiones que solución de las mismas. Pero ya es muy aleccionador tener ante la mente la inmensa perspectiva del campo que escri– turis tas, teólogos, filósofos y científicos han de tra– bajar conjuntamente. Pocos saberes inte,rdisc ipli na– res exigirán mayor colaboración. Desde mi modes– ta condición de filósofo he intentado poner una pie– dra en esta nueva Ciudad de Dios del siglo XX. La bóveda majestuosa debe ponerla una .ilum inada teología de la historia. Los presupuestos filosóf ico s de la misma los hemos intentado formular esquemá– ticamente en estas páginas. 118

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