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tu de sus variadas formas. En derecho, tan al polo opuesto de las artes, se habla igualmente del espí– ritu del derecho. Montesquieu tituló a su mejor obra: De /'esprit des /ois. Es del espíritu, como de honta – nar de montaña, de donde brotan las diversas co– rrientes del derecho. Y dígase lo mismo de toda creación cultural humana. Hemos hallado por tanto, una hermosa senda para llegar a la comprensión. b) El método estructural Menos penetrante, a nuestro juicio, y con menos capacidad para acercarnos a lo que tiene de más propio y singular el hecho histórico es el método estructuralista. Tiene, sin embargo, su valor ál mos– trar que el documento es un todo en el que las par– tes diversas están en función de una determinada estructura. Tomar conciencia de ello puede facilita r la inteligencia de un determinado texto. Pudiera parecer extraño, pero hoy ya se le uti– liza en el análisis de los poemas literarios. Ya era sabido que el poeta tiene que eñcuadrar su inspira– ción en el marco métrico cjue adopte. San Juan de la Cruz escogió la lira, de métrica bien encapricha– da. Y dentro de ella expresó sus vivencias con ge– nialidad inasequible. Ahora se ha advertido que no sólo la estructura de la rima, sino también otras más complicadas caben dentro de la inspiración poéti– ca 30. 30. Cf. D. ALONSO y c. BOUSOÑO, Seis calas en la ex– presión literaria española, Madrid 1963. En la obra cita– da Exégése et herméneutique, RoLAND BARTHES aplica es- 110
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