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ritos como preparación y preámbulo, dejan a la puerta del templo de la mejor y más verdadera her– menéutica. Esta debe ser siempre flor y fruto de la comprensión del texto dado. 5. Conocimiento interno: la "comprensión" histórica De todo lo dicho venimos deduciendo que la gran hora de la hermenéutica es la hora de la com– prensión, el cuarto y último problema de la gnoseo– logía histórica. La palabra comprensión tiene larga historia . Los teólogos ya venían distinguiendo entre conocer a Dios y comprender a Dios. Tal distancia vieron en– tre ambos conceptos que el primero, pensaron, era propio del hombre viador, incapaz del segundo, por ser privilegio exclusivo de los bienaventurados a quienes llamaron "comprehensores". Ello nos habla de la inmensa riqueza que lleva consigo este voca– blo. Si descendemos de esta serranía teológica para analizar nuestro lenguaje cotidiano, nos topamos al instante con una distinción neta entre entender y comprender. Entendemos un lenguaje cuando cap– tamos su sentido fundamental, nos podemos "servir de él". Lo que sucede corrientemente en el uso de las lenguas no maternas. Lo comprendemos cuando percibimos sus peculiares matices ., 1 cuando somos capaces de trasvasar a él los entresijos de nuestra 107

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