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comprensión. Pero toca exclusivamente al documen– to histórico dar la respuesta. De esta suerte, ese cierto subjetivismo, inherente a la pre-comprensión, deja paso a la verdad objetiva histórica. En la historia bíblica este tema se hace aún más agudo, por hallarnós inmersos vitalmente en la pre– gunta y en la respuesta. Esto lo ha visto bien Bult– mann, al .advertir que el mensaje bíblico debe res– ponder a la llamada del hombre de hoy. ¿Ha sabido, con todo, este exegeta desprenderse de todo prejui– cio infundado en la necesaria pre-comprensión des– de la que ha formulado sus inqüietantes pregu ntas? Sus críticos ie achacan el que una excesiva vin cu– lación a la filosofía de Heidegger le haya impedido elaborar una exégesis que le abriera a la teología de la historia !,. Su pre-comprensión no acertada ha motivado su displicencia ante este gran saber teo– lógico. 4. Conocimiento externo El tercer problema de gnoseología histórica ha si– do el más estudiado 2 ". Sobre su aplicación a la Bi- 24. O . CuLLMANN parece escribir su obra, citada en este estudio, La théologie de l ' histoire , para contr ar r es– ta r el influjo de Bultmann y su escuela. 25. Nos remitimos aquí a las obras de metodol ogía histó r ica. Una de las más completas es la de G. BAUER, I n troduc ción al estud 'io de la historia (traducida y adap– tada a las exigencias de la investigación española por L . G. de VALDEAVELLANO, Barcelona 1975). Con amplí sima biblio grafía. En las págs. 25-26 se da el elenco de los manuales de metodolo gía má s utilizados: E. BERNHEIM, 104
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