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reci!las inocentes del pasado, no se haya percatado de que, si el cuentecillo del santoral no se mantie– ne históricamente, también tienen que carecer de consistencia histórica las interpretaciones de la vi– da de un santo, dadas por quienes no han sido ca– paces en su vida de rezar un padrenuestro e inten– tan, sin embargo, calar en la vida silenciosa de las almas que hicieron de su vida una plegaria. Si falla ante la crítica el cuentecillo piadoso, también de– bieran fallar las inevitables falsificaciones de quie– nes hablan de lo que nunca han experimentado. Ciegos hablando de colores 17 • Todavía pudiera salvarse ante la crítica la oculta verd .ad que siempre encierran las florecillas de los santos, si se rec@rda el profundo dicho de Aristó – teles: "La poesía es seria y más filosófica que la his– toria " 18 • Si el cuento no es verdadero, el espíritu que traspira puede ser una gran verdad histórica. Haya existido o no el lobo de Gubbio, es cierto que su amansamiento por Francisco de Asís revela la pre– clara verdad del pacifismo del santo, tan bellamente cantada en nuestro siglo por Rubén Dado 19 • No sucede lo mismo cuando las noches místicas de las almas frente a Dios o las luchas de naturaleza 17. De entre la inabarcable bibliografía sobre el tema recogemos los obras significativas: W. JAMES, The varieties of religious experience, New York 1902; R. F. R. F'ÜLOP-'MILLER, Die die Welt bewegten, Salzburg 1939. 18. Poética, ·9, 1451 b 5-6 . Por su especial importan– cia ..damos el texto griego ; ato )(<J.t cptA.OOOCflCÍl'l: EflOI X<J.l Cl'Jl:Otl– aatO'tEpOY'Jl:Ol1JOU; [o'topia.c; fo'tt\l 19. Los motivos del lobo, en Obras compleas (ed. AGU!IJAR), Madrid 1967, 833-837 . 101
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