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tantes y que ellos se encuentran dispersos en un tecorrido aproximado de 300 krn podernos presumir que el hombre no puede ser en modo aleuno el tesersorio natural y principal de la entrmedad y la fuente espontánea de conta minación de quebradas donde existen los huespedes intermediarios de la misma. El análisis de procedencias de la población existente en las carreteras petroleras corrobora la misma opinión. De los pacientes detectados, 19 son colonos procedentes bien de la costa --región endémica de paragonimiasis— bien de la siena, pero con permanencias pcriodicas en la costa. Todos estos casos pueden conside— rarse. por tanto, como foráneos y no indicarían una patología propia de la reción Peto existen además, en la misma casuística. 21 casOs qui— chitas, oriundos de la región y cuya patología ha sido adquirirda con certeza en su mismo habitat. Esta zona petrolera es. por otra parte ecnlóeicamente idéntica a la de la ribera del Napo y los casos detectados de parugonimiasis lo con firman. En la misma casuística de 57 casos proce dentes de Voluntai ios Alemanes. 17 pertene— ccii a shtiaras, que en la actualidad y desde el año 1975-1976 han formado una comunidad de unas 40 familias al sur de la Central de Shushulindi Dada la implantación reciente en el cantón Orellana puede presunurse que su patología procede del lugar de origen, provin cia de Motona-Santiago. De esta manera po demos afirmar que. al igual que en el noro— riente ecuatoriano, en otras regiones orientales de nuestra amazonia la paragonimiasis puede con siderarse endémica. 2. La distribución étnica (le nuestra ca suística: quichtias, 51 .2 1 colonos. 32.1 7Ç; shuaras, 20.73 : blancos. . Si tenemos en cuenta los diterentes grupos existentes y su reparto proporcional. se contirnia la impresión de que no existen preterencias raciales para esta enfermedad 3. Los sexos: hombres, 48.?W; mujeres. 51 .21 i , están prácticamente representados con la misma intensidad. 4. La distribución por edades ofrece un porcentaje mayor hasta los 30 años. Pero si recordamos que la enfermedad es consecuen— cia de una distorsión cii las costumbres nutri cionales, esta variación en Livor (le edades tempranas es facil de contprender. Clínica de la enfermedad De la casuística presentada. solamente la nuestra, la del hospital « Frank liii Tel lo . con 22 casos contabilizados hasta fines del 0, nos pemutc realizar un análisis minucioso a partir de las historias elmieas que poseernos. Todos los enfermos se presexttaron en el hospital con una sintomatología previa de cierta duración, dos años de promedio, en que sobresalía la existencia de esputos hemoptól cus persistentes. Estos variaban en una gama que va desde el esputo achocolatado. herium broso. hasta el netamente hemoptóico. Mu chos de ellos, el 72.72Ç- . no ofrecían otros síntomas y su estado general apenas estaba afectado. Esta es la intagen más clásica de la enfermedad, en la que c rnserva su especifici dad. sin complicaciones sobreañadidas. En algunos casos la enfermedad adquiere una imagen distinta, netamente importante, a veces muy grave, que puede comprometer la vida del enfermo. Las complicaciones encon tradas en nuestra casuística son las siguientes: 1. Cuadros respiratorios agudos en cuatro casos. Se trataba de infecciones bacterianas sobteañadtdas o de problemas mecánicos, por pleuritis exudativas importantes. 2. Pleuritis exudativas, en cinco casos (22.7 . Algunas de ellas muy importantes. que evolucionaron favorablemente hacia la curación tras el tratamiento medicamentoso y la toracentesis indicadas en tres de los mis— tilos. 3. Hemoptisis, en un caso, tras tina época pieviu de esputos hernoptáicos. El cundro re gresó con el tratamiento específico (le la en fermedad 4. Sintomatología cerebral, en una oca sion, sin secuelas, lo que dificulta realmente su interpretación. Se trataba tic una niña de 15 años, que había sufrido cefaleas niti intensas y un cuadro corto de obnubilación y pérdida (le conocimiento. Cuando llegó al hospital el 41

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