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La cirugía fue corta y no tuvimos problemas. Se recuperó pronto y a los pocos días regresaba a su casa. Desde allí nos visitaba para sus ifltimas curaciones. Desde los primeros momentos mostró un ánimo extraordinario. Nunca se deprimió. Trabajaría en sus trabajos y aprendería a manejar su mano izquierda, nos decía. No se aisló de la comunidad y, al poco tiempo, se le vió participar en reuniones y decisiones. ¿Cuándo llegará el próximo caso de amputación, fruto de este arte de pesca, prohibido y peligroso? EL COLERA NOS VISITA febrero, 1992 Al año de que el terrible flagelo del cólera penetrara en el Ecua dor, estos misteriosos bacilos se hicieron presentes en el cantón Aguarico. Y su visita procedía del comando militar de Tiputini. Los dos primeros casos eran oficiales y llegaron al hospital los días 5 y 6 de febrero. Ambos venían deshidratados, con la piel seca y rugosa, en un mar de vómitos y diarreas incohercibies, Su estado de conciencia brillaba por su ausencia y hubo necesidad de instalarles una vía intravenosa para conducir a su organismo un poderoso caudal de agua y sales minerales. Su cuerpo se contraía en espasmos suma mente dolorosos y la disminución del suero aportado ponía de nuevo en peligro su propia vida. Nos costó casi 48 horas sacarlos del estado crítico y solo a partir del tercer día pudimos continuar su tratamiento por vía oral. Un tercer caso, conscripto militar, procedía de uno de los repartos militares en el río Aguarico; también su estado era muy delica do cuando lograron organizar un viaje hasta el hospital y también ne cesitamos agresividad y paciencia en el tratamiento para recuperarlo. Para evitar cualquier diagnóstico inseguro realizamos en todos los casos exámenes de laboratorio y empleamos medios de cultivo específicos que permiten confirmar la naturaleza del parásito que pro duce el cuadro infectivo intestinal. Enviamos muestras a Quito, al Instituto Nacional de Higiene, que confirmaron la enfermedad como «cólera», producido por el Vibríon cholerae. Nos preguntábamos cómo había llegado el cólera hasta esta apar tada zona de la República y pronto tuvimos un indicio importante. Una semana antes de que los primeros cuadros diarréicos aparecieran en Típutini se había realizado un cambio en el conjunto de los conscriptos. La nueva hornada procedía de Babahoyo, zona en que el cólera era pan de cada día. 87
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