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grande, quística, con una parte llena de grasa y pelos. Estaba implan tada en trompa de falopio izquierda y englobaba parte de la trompa y el ovario. DOS pinzas aislaron la tumoración y, tras ligadura, ésta fue sacada del abdomen. Inmediatamente cerniharnos y, mientras exami nába;nos aquella formación, la paciente era llevada a su cama. Ningu na complicación y un feliz despertar. Se trataba de un «quiste dermoide», alteración embrionaria de las células germinales de aquel pequeñísimo ovario izquierdo. Tumoración muy poco frecuente, de naturaleza benigna y que hubiera sido muy ñidil de diagnosticar si, como ocurre con frecuencia, hubie ran aparecido algunos dientes en su interior. A los? días la niña regresó a su casa y yo le visité a las pocas horas de llegar, porque en aquellos días había subido por el Napo, re cogiendo muestras de sangre para una investigación sobre enfermedad de Chagas que llevíbamos entre manos, UN DRAMA OBSTETRLC() EN PUCAPEÑA, AGUARICO marzo, 1991 El día 15 de marzo de 1991 llegihamos hacia las cuatro de la tarde a Pucapeña, en el río Aguarico, a unos 45t) km de Nuevo Roca- fuerte. Este es un viaje habitual entre nosotros. Visitamos las comuni dades de Aguarico cada tres o cuatro meses, con el deseo de acercar nos a sus problemas y acompañarles, tanto en su salud como en sus inquietudes sociales y religiosas. Habíamos salido de Nuevo Rocafuerte dos días antes, las hnas. Laura, Irnelda, el motorista Luis Digua y yo. Hicimos noche en Boca de Cuyabeno y desde la mañana habíamos parado en cada casa avi sando nuestra visita. Como de costumbre nos deteníamos en casa de Jorge Licuy, en lo alto de una loma, en la margen derecha del Aguarico, de un material rojo compacto, que da nombre al Lírea (Pucapeña-peña roja). Nos recibieron doña Cecilia. don Jon!,e, sus hijas y una de sus nueras. También se encontraba en la casa Adolfo Tuni, quien la víspe ra había traído a su mujer, Ninfa Emperatriz Shiguango, de 25 años, quien estaba a punto de dar a luz. Doña Cecilia es la gran comadrona de la región y muchos de los niños han nacido en sus manos. Nos instalamos en la amplia antesala de la casa, abierta al cam po y al río. Detnís se encuentran las habitaciones de la familia y, al fondo, la amplia cocina y comedor familiar. En un íngulo de la an tesala, disimulada tras un amplio phístico, se encuentra la pequeña 79
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