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puedo asegurar si podré operarle o no. Depende de lo que sea. Si te parece bien, podrías bajarla a Rocafuerte y allí podríamos examinarle mejor. Podemos verle por dentro con unos aparatos especiales y tener una idea más exacta. Entonces tomaríamos una decisión. -Ya, me parece bien. Veré cuándo puedo viajar a Roeafuerte. Y así quedamos, hasta que el día 4 de junio se presentó en la consulta del hospital. En el interrogatorio nos contaba que la wmoración había apare cido hacía unos dos años; que había ido creciendo y que se movía. A veces le dolía y otras no. La niña se encontraba bien; comía sin problemas y llevaba una vida completamente normal. Realizamos un esttidio ecográfico con un pequeño aparato Siemens que recientemente había llegado desde España y que, en oca siones, permitía diagnósticos que, para algunos habitantes de la re gión, rozaban la brujería. Existía efectivamente una turnoración hue ca, quística, independiente de vejiga, muy móvil y qtie tenía a su alre dedor otras cavidades más pequeñas y aplastadas. No se descubrían formaciones sólidas en su interior. En esa época yo estudiaba, en animales de la selva, formaciones poliquísticas en hígado, sobre todo en guantas (Cuniculus paca), debi das a una pequeña tenia del género Echinococeus. Así es que, al mirar la pantalla, la mente se me fue hacia la hidatidosis poliquística y pensé que, quizás, me encontraba con un caso humano especial. Le pedí al padre de la niña que regresara a casa; que yo iba a hacer unos exámenes especiales en Quito, para determinar de forma más segura, la clase de tumor que tenía Adelaida. Tomé suero de la pequeña y, a la mañana siguiente, salía hacia Quito. Una muestra la encargué al Dr. Renato León y otra la envié a Guayaquil, al Dr. Ra món Lazo. A ambos les pedía que trataran de ver sí había señales in munológicas de una echinococosis en la paciente. Las pruebas resulta ron negativas. Regresé y hablé con Jaime Salazar en Coca. Le indiqué que había que operarla, aunque no se trataba de lo qtie yo había pensado en un primer momento. Que era mejor sacarla a Quito, a un buen Centro de salud, para hacer las cosas en las mejores condiciones. Pero no hubo modo de convencer a La familia. Ellos solamente querían que se le operara en Nuevo Rocafuerte. El 17 de julio ingresó. Clínicamente la turnoración era de implantación peduncular y fácil de extirpar. El estado general de la pequeña era excelente. El 19, a las 8 a.m. entraba en quirófano. Empleamos dosis intrave nosas fraccionadas de ketalar. La laparotomía mostró una tumoración 78

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