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Esperaron y esperaron. Cuando llegó la noche les pareció más prudente subirse a un árbol y dormir allí. A la mañana siguiente estaban a los píes del árbol y merodearon por los alrededores, espe rando que vendrían a buscarles. Chupaban algunas brotes jugosos y bebían su agua cristalina. -,No teníais miedo, les preguntaba Javier? -No,»sacha huarmi» nos conversaba y ríos decía lo que teníamos que hacer. Ella estaba cerca. La segunda noche, el pequeño, mientras dormía, se cayó de la ntma y se hirió la cabeza. sangró un poco y, después se le infectó. Los moscos andaban encima y les picaban por todas partes. Comenzaron a andar, guiados por «sacha huarmi». Andaban de día; comían algunas pepas y bebían del agua que se encierra de algunas hojas... Los padres estaban desesperados. Toda la comunidad les busca ba en vano. No había señales de ellos. Cuando llevaban seis días ya no sabían qué hacer. Consultaron a Domingo Tapui, gran yachac de la comunidad y él opinó que seguían vivos, pero no pudo localizarlos. Al séptimo día bajaron hasta Sinchichicta a consultar a Juan Grefa. El tomó sus brevajes y vió clare que ya los niños se encontraban de re greso en la casa. Los que ha bían bajado regresaron de in mediato. Pues, sí, tos niños habían aparecido en la laguna de Yuturi y una canoa de tu ristas les había recogido. Es taban llenos de picaduras y con los pies como botas, pero se les veía vivos y orientados. -j,Qué pasó?, les pre guntaban. —Hoy de mañana llovió duro y el viento llevaba el agua hacia allí. Yo sabia, de cía el hermano mayor, que cuando sopia va hacía la la guna, así es que nos fttiinos hacia allá. Llegamos y nos su bimos en una pequeña quilla que había y Linc) se cayó. En - —— - — tonces vinieron y nos coie- — — - ron y clespues nos trajeron a casa. 76

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