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y gestos eficaces le sacaron de hi capilla y comenzaron a conducir lo hacía el hospital. Yo finalicé la celebración con rapidez y les seguí. Ya para entonces Lucho Ramos se encontraba sobre la mesa del quirófano. Junto a él su hermana Maria, quien trataba de conversar coh él y calmarle. Lucho no paraba de hablar. La he;da era muy importante: existía una sección completa e irregular del tendón de Aquiles. La piel estaba rasgada profundamente en la mitad posterior del tercio inferior de la pierna. En plena etiforia alcohólica Lucho había dado una enorme palada a la puerta de vidrio grueso de la entrada del Mtinicipio de Rocafuerre y la había hecho estallar. La pierna, al entrar, se había encontrado con un haz de vi drios en forma de cuchillos que le habían rasgado profundamente. Mientras el paciente hablaba y me llenaba de elogios grandilocuentes yo preparaba el campo operatorio y los hilos de acero que iba a emplear. Las maniobras sobre la herida no le causaban ningún dolor ni reacción alguna. La anestesia era general, pero su capacidad de lenguaje estaba intacta. Pudimos suturar con tranquilidad, mientras de tiempo en tiempo le pedía que se mantuviera quieto y me dejara trabajar. Después de una hora aquella extremidad había adquirido un aspecto casi normal; la parte distal del tendón se mantenía sujeto a los músculos gemelos y el cierre cutáneo permitió un vendaje suave y una valva de inmovi lización. A la mañana siguiente Lucho estaba cabizbajo y compungido. Se le notaba su vergüenza. Le tratamos como sí nada hubiera pasado de censurable y continuamos su atención. La herida evolticionó muy bien. Al cabo de dos semanas existía una buena cicatrización, aunque un pequeño extremo del hilo metálico trataba de asomar, Después aún este pequeño problema se resolvió espontáneamente y, cuando pasa das seis semanas, iniciamos su rehabilitación, el pie comenzó rápida mente a adquirir su posición normal y su movilidad. A los pocos meses Lucho paseaba corno si su sección del tendón de Aquiles hu biera sido una bagatela digna de olvidarse. UNA TERAPEUTICA MORT’AL junio, 1989 Angel Darlo Noteno Lanza tiene 14 años. No existen en su vida antecedentes importantes que afecten a su salud. Ciertamente pertene ce al tipo cte muchacho que reacciona de forma imprevista, pero, a su edad, ninguna persona daría especial importancia a estas cosas. 7t)

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