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-i,Cómo era la playa donde jugaba la niña? ¿,Había charcas de agua? ¿El agua se comunicaba con el canal? -Sí, el río había bajado mucho, pero en algunos sitios había aún agua y en esos charcos jugaba la niña. En aquel momento pensé en la única causa que podía haber rea lizado esa herida penetrante: en las aguas someras y soleadas de nues tros ríos frecuentemente se encuentran rayas (Potamotrygon histrix) que, con su temible aguijón aserrado en la cola, son capaces de inferir lesiones muy graves a quienes se encuentran en el lugar y las pisan. Probablemente la niña jugaba arrastrándose en estas charcas de agua solead a. -Eva, Angel, la niña está muy mal. Tiene una perforación del intestino y, como consecuencia, una peritonitis. Han pasado más de 24 horas desde qtie ha ocurrido esto. Me da mucha pena deciros pero, creo, que la niña se nos va a morir. -j,No se puede operar?; ¿no se puede hacer nada?, preguntaba Angel. Eva me miraba con lágrimas en los ojos, llena de angustia. Siempre podemos intentar, pero probablemente no resistirá la operación. -Inténtelo, doctor. ¡Dios nos ha de ayudar! A las tres de la tarde la niña se encontraba sobre la mesa de operaciones. Tenía una sonda nasogátrica colocada y a través de una vena del antebrazo izquierdo pasaba un suero glucosalino. La dormi mos con un anestésico intravenoso e iniciamos una laparotomía media supraumbilical exploratoria del abdomen. Las asas intestinales estaban discretamente dístendidas y tina porción de esa cubierta en sábana que cubre el abdomen por delante y que se llama el epiplón, había formado adherencias en la pared abdo minal, donde se encontraba el orificio de perforación. En el colon cies cendente, cerca del ángulo esplénico, se veía un orifico que perforaba el intestino y por donde salía una pequeña cantidad de su contenido fecaloideo. El lado opuesto de esa misma zona el intestino también estaba perforado y el tejido vecino tenía un aspecto necrótico. Muy cerca del mismo lugar, donde el mesenterio se aproxinía al intestino, se veía un área sangrante y un vaso estaba lesionado, Ninguna otra alteración se observaba en el abdomen. Cerramos en bolsa de tabaco las dos perforaciones íntestinales: ligamos el vaso lesionado; extirpa mos una pequeña porción del epiplón adherido a la pared abdominal; cerrarnos el abdomen y colocarnos un dren para posibles evacuacio nes posteriores de material abdominal. La niña fue llevada a sti cama con sonda nasogástrica, dren abdominal y el equipo de venoclisís en su antebrazo izquierdo. Se le inmobilizaron las cuatro extremidades. 60
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