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mutar. Ellos se encargaron de todo y yo les di la dirección y nombre de las hermanas de Oswaldo, que vivían en Tena. A la mañana siguiente el helicóptero regresaba a Tiputini y me ofrecieron la oportunidad de viajar en él. A las 11 de la mañana aterri zaba en Tiputini y, una hora después, por vía fluvial, llegaba a Nuevo Rocafuerte, El Sr. Oswaldo Bifarini permaneció dos días en Pastaza y desde allí, presionados por sus hermanos, fue trasladado al Hospital Militar de Quito. Después de meses apareció en Rocafuerte, con una cara reconstruida y con una barba que disimulaba su enorme cicatriz. Pero, maravillosamente, si se tiene en cuenta su historia anterior. UNA CIRUGIA ESTETICA ENTRE LOS HUAORANI junio, 1982 Inigua es uno de los representantes de la cuija Huaorani del Ya suní. Es robusto y lleno de alegría. Desde el año 76 en que estableci mos contacto con el grupo, aislado de todo contacto humano hasta en tonces, muchas veces les habíamos visitado. Pasábamos algunos días con ellos; les ayudábamos en lo que podíamos; cuidábamos su salud y, especialmente, sus problemas dentarios y, sobre todo, convivíamos fraternalmente. Poco a poco esta convivencia fue destruyendo un mundo de recelos que había creado, de parte y parte, una frontera infranquea ble. Los «aucas», decía la gente, son salvajes y peligrosos. Y ellos nos llamaban a todos los demás «cohuore», algo así como «caníbales». Existía un problema en las orejas de lnigua. Como sus lóbulos estaban enormemente distendidos por la introducción de unos cilin dros de madera de balso, cada vez de mayor diámetro, el izquierdo se había desgarrado al engancharse, en alguna ocasión, en sus correrías por la selva. Realmente no se veía bien las dos tiras de carne flácida colgando, cuando se comparaba con el anillo perfecto de su oreja derecha. Estaba preocupado y desde el primer rnomenm le pareció estupendo que esa anomalía se pudiera reparar. El 18 de junio del $2 se tumbaba en el quirófano con toda la solemnidad que exigía el momento y, también, con la naturalidad con que hacían todas las cosas en el mundo de los «cohuore», ¡como si siempre hubieran vivido allí! La verdad, que no era una cirugía complicada. Usé dos clanes intestinales para realizar una hemostasis durante el tiempo quirúrgico; resequé las zonas terminales de ambas mitades; suturé con hilo muy fino en puntos apretados y cubrí la zona quirúrgica. 53

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