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mantenían ligeramente elevado sobre su nalga y el peso de su propio cuerpo realizaba una tracción sobre el lugar de su fnictura. Cuando el niño despené miraba admirado el nuevo paisaje. Su madre, para calmarle, se inclinó sobre la cama y apnrdmó su seno a la boca del niño. Pero, en realidad, el niño comía ya de todo. A los pocos días ya sonreía y pedía, con el hábil lenguaje de los pequeños, su comida diaria. Comenzaba a moverse y a jugar con los pocos objetos vistosos que tenía a su lado. Poco duraban en su cerca nía: pronto comenzaron a volar hacia el suelo. Lloraba y los pedía y, entre llantos y sonrisas, pasaban las horas. A los diez días ya se movía en la cama y comenzaba a realizar giros en la misma, con su única punto de apoyo en las puntas de su pies. De pronto. los cordones que tensaban sus euremidades inferio res comenzaban a enrollase gravemente y la cabeza del niño, apoyán dose en sus manitas, asomaba por el borde de la cama, intentando localizar los juguetes perdidos. Nos preguntábamos. alatinados, qué seda de su fractura y cómo seña posible que ésta se mamuvieni ali neada. Pero. era claro que el niño no sentía ningún dolor y se había adoptado a su nuevo régimen de relativa innxwtlidad. A los 23 días realizamos una nueva radiografía: un hermoso callo de consolidación se había fonnado; las dos panes del fémur estaban perfectamente alineadas. iQué maravilla la del organismo de estos pequeños hombres, en pleno proceso de formación y. como en el caso presente, en plena capacidad de recuperación! EL CANERO, ¡UN PECECILLO ENTROMETIDO! octubre, 1979 Hasta octubre de 1979 la esistencia del canero, «Vandelia wieneda, pertenecía. en mi nperiencia personal. a la leyenda ama zónica, como tantas cosas. Mc decía que con razón el hombre de la selva cuenta fantasías cada día y nutre su espíritu con la riqueza de las cosas soñadas. Eso fue hasta octubre del 79. 1. La mañana del día 5 de octubre se presentó en el hospital el Sr. Basilio Mamallacui con su hijo Pablo, que en aquel tiempo tenía 12 años. Yo conocía mucho a Pablo porque durante el año 75 había permanecido hospitalizado por 70 días, con una enfermedad de Penhes. enfermedad que consiste en una destrucción aséptica de la cabeza del fémur. Realizó una buena recuperación. 38
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