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y L5. El espacio intervertebral había desaparecido. Se bahía consegui do, de forma e spontimnca, una l’i jación que yo deseaba realizar de for ma quirctrgica. Unicamente, y esto sí iba a dar con el tiempo proble mas. existía una disminución de los agujeros de conjunción a nivel iniervenchral. Ya hahían aparecido. de tarde en tarde, signos de pinza miento de nervios intervertebrales. En cualqiier caso, el reposo, los masajes y la medicación de Reinaldo Jipa habían constituido una ac tuación verdaderamente sorprendente sobre la paciente. Sería muy importante mantener, pensaba en mi tnterlor.junto a Un esf)ífltU crítico. respeto y admiración ante la sabiduría de estos doctores indígenas, repletos de una ciencia arcana, tan difícil de valo rar en su justa medida. UNA F’RCTURA MARAVILLOSA agosto, 1979 Tenía 1 () meses cuando It) trajeron desde Florencia, a pocos kilómetros de Nuevo Rocaíuene. Se había caído y su muslo derecho estaba de forme El niño apenas lloraba. pero su mami mostraba la an gustia en su mirada. Se llama ba Antonio 1_anza. La radiografía mostraba una fractura en caña verde, a nivel de la parte media del fé mur derecho. Le pusimos me dio centímetro de ketalar in tramuscular para que nos de jara trabajar y le instalamos en una cama wande, 1 lena de unas primitivas barras, que suplían a una moderna cama ortope— dica. Montamos un sistema de tracción en cenit. El niño col gaba de sus dos piernas a tra vés de un vendaje. Las pesas que aparecían al pie de la cama tensaban unas piolas. que le 37
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