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thiacetazona y esa fue la medicación básica empleada. A los 29 días planteamos a la familia la conveniencia de un traslado al Hospital Militar de Quito. ya que su padre era militar. Pensaba en la convenien cia de realizar una fijación de vértebras mediante material metálico o injerto oseo. Ante la aceptación de la familia yo mismo me trasladé a Tiputini bara tratar el tema con las autoridades militares y ver cómo se hacía la evacuación. Se prograrnó la misma para el día siguiente, aprovechando un vuelo militar previsto y yo regresé a Rocafuerte, mientras que la niña volvía a su casa y se preparaba para el viaje. Tres días después me tocó regresar a Tiputini. Aproveché la ocasión para ver cótno se había realizado la salida de Chabela, pero nadie sabía nada del asunto. El papá no se había presentado al día siguiente y, por lo que se sabía, la niña permanecía en su casa. Pasaron los días. Unos quihce días después una persona me informó que Chabela se encontraba en casa de Reinaldo Jipa, yachac muy conocido, en Sinchiehicta, Al parecer, la niña estaba mejor. Las noticias, que fueron viniendo cada pocos días, decían que la níña mejoraba: ya no tenía dolor, El curandero la sometía a dietas y a masajes suaves con hierbas. Un mes después, uno de los hijos de Reinaldo, a quien yo había operado de una hernia hacía varios años, en una visita al hospital, me aseguraba que quería traer a la niña para que realizara radiografías y comprobara su curación: de esa manera, me decía, la gente no molestaría tanto a su padre por las curaciones que realizaba. A los dos meses la niña estaba otra vez en Tiputini, en la escuela y realizaba su deporte con normalidad. Un mes después me encontré en la calle, en Rocafuei’te, con Rufina Shiguango, la madre de Chabela. Ella me huía, temiendo que yo podía estar muy enojado, al haber desobedecido en el asunto del traslado de su hija al Hospital Militar de Quito. -Rufina, ¿cómo estás? -Bien, gracias, doctor. Me miraba con reserva. -No creas que estoy bravo contigo, le dije. Es cierto que me hubiera gustado que Chavela saliera a Quito, Pero, tu eres la mamá de ella y a ti te tocaba decidir. Os pareció mejor llevarla donde Reinaldo y, por lo que me dicen, la niña está mucho mejor. Me gustaría que un día la trajeras al hospital para realizar tma radiografía y ver cómo está su columna. Por favor, tráemela. Cuando, a las pocas semanas, Chavela nos visitaba, se la veía muy bien. Había crecido y se había desarrollado. En la columna no exístían signos de engrosamiento a nivel lumbar. La columna no le dolía, ni a la presión. La radiografía mostraba una soldadura entre L4 36
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