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Le cogimos con suavidad y el niño nos confesó que sí, que tenía hambre y que eso era bueno para comer. Comprobábamos, una vez más, lo que con frecuencia cuentan los padres de los niños, que vienen al hospital con estos cuadros de parasitosis intestinales: -Doctor, el niño tiene «vicio en la comida». Y esto ya orienta, de entrada, hacia el verdadero diagnóstico de la enfermedad. En nuestros archivos se conserva la foto del muchachito y delan te de él la camiseta y las botas incompletas, con unas claras señales de los trozos que faltaban. LOS CAMINOS MISTERIOSOS DE UNA CURACION junio, 1979 Cuando la niña Isabel Andí, de 14 años, Chavela para los cono cidos, llegó al hospital, el 1$ de junio, todo hacía pensar en un cuadro bacteriano que afectara intensamente a la columna lumbar. Desde ha cía un mes tenía fiebre y dolor en la columna. Una semana antes de su visita al hospital tenía ya verdadera dificuJtad para la marcha, su tem peratura se elevaba cada día y había perdido peso, aunque su apetito se mantenía. Los exámenes de laboratorio mostraban una velocidad de sedimentación globular muy alta, de 125 mm la primera hora; 10.000 leucocitos! mm3 y una Hg de 12 gr. Existían alteraciones en el sedi mento de la orina, con cilindros granulosos. Se le sometió a un intenso tratamiento y cuando, a los 15 días, se le daba de alta, su estado general y su sintomattilogía habían mejorado notablemente. El 24 (le agosto se presentó de nuevo en el hospital. Tenía dolo res lancinantes en columna lumbar. En la exploración se notaba una zona lumbar abultada y rígida; dolorosa a la presión. De nuevo su velocidad de sedimentación era aLta, 95/l h., su leucocitosis se man tenía en 10.500! mm3 y su Hb en 12 gr %. Cuando exafiinamos a los Rx su columna vertebral se apreciaba una deformación del espacio intervertebral L4-L5, con erosiones en la cara inferior del cuerpo ver tebral de L4 y del techo de L5. Al parecer existía una masa extravertebral derecha al mismo nivel y un borramiento parcial de la silueta del psoas derecho. En la imagen pulmonar existía una calcifi cación en región hiliar derecha. Comenzamos a pensar en una enfermedad de Pott (tuberculosis vertebral) e instauramos un tratamiento específico de la enfermedad. En aquel tiempo disponíamos de estreptomicina, isoniacida y 35
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