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tras cinco horas de intervención quirúrgica, el paciente entra en shock, hace una parada cardiaca y fallece. fue muy duro comunicar a la mamá el fallecimiento de su hijo y todo el equipo hospitalario acompañamos a la Sra. María, mien tras preparábamos el entierro de Jorge en nuestro cementerio de Rocafuerte. 2. Patricia Roberfina Coquinche Grefa tenía 10 años cuando trepaba al guabo, fascinada por sus apetitosos frutos. Y aunque era delga da la rama se quebró. De pronto se encontró en el suelo, con el brazo y antebrazo derechos rotos, sin una persona que le pudiera ayudar. Era el 2$ de enero de 1984. Sus padres no estaban en la casa y unos tíos, vecinos, le tomaron bajo su responsabilidad y le trajeron al hospital, desde Puerio Miranda, a 30 km de Rocafuerte. Cuando llegó su aspecto era deplorable. La muñeca estaba com pletamente deforme y 10 cc del húmero, enormemente astillado, asomaba por una gran herida que se abría en la parte inmediata mente superior al codo derecho, por su cara anterior. Le dormimos con ketalar, limpiamos repetidamente la herida y la gran cavidad que asomaba por ella; repusimos el hueso en su sitio; lo fijamos con dos agujas de Kischner, desde el exterior, a través de la piel; suturamos los diversos planos y colocamos una valva de yeso. Iniciamos de inmediato una fuerte antibioterapia. Permaneció hospitalizada 41 días, pero la niña salió completa mente restablecida, con una buena función articular a nivel del codo y una total consolidación de la fractura. Solo la pequeña de formación de la muñeca recuerda a Patricia su aventura infantil. 3. fiorela Jarama era peruana, de Pantoja. Tenía 9 años y eran las dos de la tarde cuando se cayó del guabo por ruptura de la rama sobre la que se estiraba para coger uno de sus frutos. Cuando llegó al hospital, el 23 de diciembre de 1989, eran las 7 de la tarde y nosotros acabábamos de finalizar una intervención quirúr gica; el quirófano aún estaba desarreglado y hubo que realizar una limpieza rápida antes de abordar el tratamíento de fiorela. Porque, efectivamente, nos encontrábamos ante un caso quirúrgi co: la niña había hecho una fractura abierta de tercio superior de húmero izquierdo y éste, lleno de puntas, había desgarrado la región suplaclavicular izquierda y salido a través de una gran herida anfractuosa. Era una niña gordita y simpática. Valiente; por sus propios pies llegó al quirófano. Se dejó hacer hasta que se durmió con una 19
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