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El hospital que investiga 95 viajar a Quito y visitar el centro de investi- gación del Dr. Ronald Guderian. Mientras esperaba en su despacho, curioseé algunos libros de su biblioteca. En uno de ellos, del cubano Pedro Kouri, encontré lo que busca- ba. Había dibujos muy precisos del parási- to visto por mí y una descripción detallada de su ciclo biológico. El parásito adulto se encontraba en vías biliares de gatos. A esta fase adulta en el mamífero le precedía una fase juvenil, fase metacercaria, que parasita- ba la vesícula biliar de lagartijas, concreta- mente en la especie Ameiva ameiva . Antes, en su fase infantil, fase cercaría, el parásito tenía que desarrollarse en un pequeño ca- racol plano, denominado S ubulina octona . Me encontraba, por tanto, ante uno de esos ciclos biológicos complejos, con un reservo- rio en que habita el adulto y dos huéspedes intermediarios dentro de los cuales se rea- lizan las diversas fases inmaduras de este pequeño gusano. Me dediqué los meses si- guientes a comprobar si todo esto era cierto y pude localizar, dentro del espacio verde del Hospital Franklin Tello, las tres fases del ci- clo biológico de este nuevo Tremátodo, que surgió casualmente mientras me interesaba en el tema de la Paragonimiasis. Pude enviar ejemplares a la Universidad de Michigan, en los EE.UU ., para fotografías electrónicas del parásito y en mayo de 1993 presentaba en el IV Congreso latinoamericano de Medicina Tropical, en Guayaquil, un estudio comple- to del ciclo biológico de esta Parasitosis de vías biliares de gatos domésticos por Platy- nosomum fastosum , en la Región Amazónica Ecuatoriana. E n mayo de 1991 me encontraba in- merso en la clarificación del Para- gonimus napensis . Había sembrado metacercarias en dos gatos que formaban parte de mi laboratorio biológico y, a partir del mes de agosto, cada pocos días exami- naba sus heces para ver si aparecían huevos semejantes a los de la especie P. mexicanus que yo conocía tan bien. Se trataba de huevos operculados, con un pequeño opérculo en uno de sus polos, que permitían la salida de la larva madura al final de su formación. El 23 de septiembre me llené de una especial ten- sión: ante mis ojos aparecieron unos huevos operculados, de color ocre, de dimensiones pequeñas correspondientes a la mitad de los huevos del género Paragonimus conocidos. Me dije a mí mismo que, por fin, teníamos ejemplares adultos de la nueva especie diag- nosticada hasta la fecha únicamente por sus metacercarias. Cuando examinamos el pul- món de uno de los dos gatos infectados éste era completamente normal. Pero en el intes- tino aparecieron unos parásitos pequeños, trasparentes, alanceolados, con los rasgos inconfundibles de un Tremátodo, totalmen- te diferente del género Paragonimus . Nunca había visto ese parásito, ni en la naturaleza ni en los libros de parasitología. Consultaba cualquier libro que pudiera ilustrarme, pero nadie reportaba ese pequeño parásito. Tomé muchos ejemplares, los sometí a diversas coloraciones y envié un amplio material a la Universidad de Tulane, en los EE.UU . Y esperé una respuesta a mi curiosidad. Aún recuerdo que al poco tiempo me tocó Platynosomum fastosum

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