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El hospital que investiga 87 Este programa, con variantes, se amplió al río Aguarico y de esta manera el tratamien- to colectivo abarcó a un porcentaje muy alto de la pobla¬ción del cantón. Al mes escaso del inicio de la campaña terapéutica ya ha- bía descendido casi a cero la casuística palú- dica y este descenso, con pequeños ascensos insignificantes epidemiológicamente, se ha mantenido hasta la fecha. Resulta verdaderamente estimulante ver con qué interés y eficiencia participó la co- munidad en un programa de salud y cómo la eficacia del mismo fue apreciada y valo- rada positivamente por ella misma” ( Cróni- cas incompletas, 60-62). En una ocasión mi experiencia con la en- fermedad del paludismo salió de sus cauces normales y se convirtió en angustiosa expe- riencia hospitalaria que, milagrosamente, terminó en un resultado lleno de luz. Así lo contaba en un pequeño libro que recogió en el año 1993 los momentos fuertes de nues- tra vida hospitalaria. tratado repetidamente el tema de la medi- cación antipalúdica para programas ma- sivos de tratamientos. Ya para entonces SNEM me había comunicado que no po- díamos contar con medicación apor¬tada por la Institución. En febrero del 89, en una visita al Hospi¬tal, el Dr. Pettigiani y el epide¬miólogo de la OPS me habían traído una cantidad importante de tratamien¬tos combinados, que podía cubrir con creces cual¬quier progra¬ma masivo para el can- tón Aguari¬co. Así es que el mes de abril lo dedicamos a una programa¬ción esmerada sobre te- rapia masiva antipalúdica del cantón, con participa¬ciónactivadelascomuni¬da¬des. Javier Aznárez se responsabi¬lizaba de la zona alta del cantón y el Hospital de la zona baja, desde Tiputini hasta Rocafuerte. Se escogieron dos o tres representantes de cada comunidad y ellos realiza¬ron un lis- tado completo de las familias y sus miem- bros. Tenían un cua¬derno en el que ano- taban nombres, edades, sexos de todos los miem¬bros de cada familia. Se repartieron las distintas áreas geográfi¬cas de cada comuni- dad y se informó a las comu¬nidades, en reu- niones bajo la dirección de sus responsables, que a partir de la primera semana de mayo, cada lunes, por la mañana, nadie debía salir de sus casas hasta que el encar¬gado pasara dándo¬les a cada uno la dosis de tratamiento correspon¬diente. Se anotaba en el cuaderno la dosis recibida. Los responsa¬bles habían recibido para esa fecha las cantida¬des nece- sarias para sus tratamientos. El programa abarcaba 8 semanas. El 62 por ciento de la pobla¬ción recibió sus 8 dosis y más del 90% completo 6 dosis del tratamiento. Equipo integrado La hermana Imelda Pérez, enfermera, en una de sus múl- tipes actividades hospitalarias.

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