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Curar en la selva herida 86 nal casa por casa, anotando la dosis asigna- da a cada miembro de la familia. Para este proyecto terapéutico habíamos recibido la colaboración directa de la OPS de Quito, con un stock importante de medicación an- tipalúdica. Pero donde pudimos comprobar la eficacia de la colaboración de la comunidad fue con ocasión del brote del año 1988. “Hasta ese año 88 mantuvimos un buen control del Paludismo en la región. Casos sueltos y tra- tamientos individuales. SNEM se mantenía en la reserva, lleno de problemas internos y ausente de nuestra región, pero, por esos mecanismos biológicos cuya dinámica se nos escapa del todo, el paludismo no acerta- ba a adquirir fuerza y se encontraba some- tido en sus ocultos cuarteles. Poco a poco, otra vez comenzó a rebrotar desde octubre del 87. En octubre aparecieron 17 casos; en noviembre, 34; en diciembre, 50. En año 88 se mantuvo en niveles intermedios y a fines del mismo ya la imagen gráfica mostraba un ascenso claro. En enero del 89, el Dr. Javier Aznárez (que vivía entres las comunidades de Edén y Puerto Quinche) me hablaba del crecimiento del paludismo en sus comuni- dades y yo comprobaba en marzo más de 80 casos. Como el tema del paludismo estaba entre nuestras prioridades, en mis contactos con la OPS por motivos de la inves¬tigación so- bre Paragonimiasis, a lo largo del año 88, en la que la Oficina Paname¬ricana de la Salud había colaborado con equipos, había¬mos R ecuerdo mi primer encuentro con esta enfermedad, cuya característica principal son las fiebres altas con es- calofríos y con carácter cíclico. Era en agos- to de 1970 y procedía de la comunidad de Boca de Cuyabeno, en el río Aguarico. La imagen era totalmente expresiva: temblaba con fuertes escalofríos y su temperatura era de 40 grados. Tenía su bazo aumentado de tamaño y cuando realicé un examen de una muestra sanguínea pude ver abundantes parásitos llamados Plasmodium vivax . No se veía paludismo en el Napo en aquel en- tonces, hasta que en 1972 comenzaron, de forma insidiosa pero constante, a presentar- se en el Hospital casos palúdicos. A fines del año me enfrentaba a un primer brote epi- démico de esta importante patología, que después y a lo largo de 20 años se fueron repitiendo de manera intermitente y con diversa gravedad. Cinco fueron los brotes aparecidos en este lapso de 20 años. En el brote de los años 83-85 el paludismo adqui- rió una importancia peculiar, al imbricarse las dos especies de Plasmodium que se dan en nuestro medio: P. vivax y P. falcíparum . Curiosamente, ambas formas mostraron dentro del brote igual grado de gravedad. El brote no cedió hasta que a primeros del 85 pudimos organizar, con la colaboración directa de las comunidades del cantón, un tratamiento masivo con un combinado de cloroquina-primaquina, en dosis semana- les. El brote descendió verticalmente hasta negativizarse del todo. Fue una experiencia inolvidable: cada comunidad escogió dos o tres personas que realizaran la visita sema- Paludismo

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