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Curar en la selva herida 76 al nivel administrativo y político. Son tres puntos de verdad poco originales, pero el ejemplo de Nuevo Rocafuerte indica con claridad lo que significa tomarlos en serio y llevarlos a la práctica. La clave puede ser, por lo tanto, en el ethos del médico y de los demás responsables para la atención sanitaria en una región como la cuenca del bajo Napo ecuatoria- no. Porque la diversidad étnica y social, las distancias y el rápido cambio socio- cultural hacen, como lo dijo otro médico, en otra época, pero en un lugar no muy lejos de Nuevo Rocafuerte, que “el médi- co, para ser lo que debe ser, no puede li- mitarse a hacer curaciones, a esperar que se le presenten los enfermos; ha de pene- trar el medio; ha de interesarse por todos los aspectos de la vida del pueblo cuya protección es su propósito”(Kuc zynski- Godart, 1944). Agradecemos a Manuel Amunárriz el ejemplo y la orientación muy personal que nos ha ofrecido en este respecto”. cos y, sobre todo, poco originales. Por- que, lo que al final dijo y lo que siempre solía emerger de nuestras conversacio- nes como las condiciones fundamen- tales para que servicios de medicina occidental y cirugía sean útiles para la población indígena, han sido temas que, a primera vista, parecen más bien sen- cillos: el primer punto es – siempre – la calidad de la atención brindada, tanto en términos técnicos, como sociales y hu- manas. Hay que ejercer una buena medi- cina que ofrece soluciones a los proble- mas médicas de la gente y demuestra un interés serio tanto en las personas como en su enfermedad y sufrimiento. El se- gundo punto es la estabilidad institucio- nal mencionada arriba, sin la cual ni el personal ni los pacientes puedan llegar a conocerse y tal vez apreciarse mutua- mente. Y, finalmente, la capacidad de percibir y entender las necesidades y el punto de vista particular de pacientes y familiares (no solo) indígenas por parte del personal sanitario y los responsables
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