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El hospital y los encuentros interculturales 73 Aguarico, los mismos principios y la mis- ma estructura también podrían ser rea- lizados por otras entidades, y en primer lugar, por las instituciones gubernamen- tales competentes. El ejemplo de Manuel Amunárriz indi- ca que seguridad y apoyo institucional, tiempo, voluntad y respeto, son requisitos básicos para realizar una práctica médica con comunidades indígenas, en la cual, al final, la cirugía es un procedimiento más. Sin embargo, hay factores más específi- cos, relacionados sobre todo con las con- cepciones, sabidurías y prácticas autóc- tonas acerca de la enfermedad humana. En la entrevista con Manuel Amunárriz, la diferencia sustancial entre la visión y los conocimientos propios del médico y los conceptos indígenas – y en especial de los yachak – ha quedado claramente demostrada. Hasta hay un rechazo rotun- do de colaboración dentro del ambien- te hospitalario, por considerar aspectos sustanciales de la sabiduría de los yachak inaceptables. No se está dispuesto a acep- tar un pensamiento que atribuye la enfer- medad y hasta la muerte a la influencia mágica de parte de otros humanos, por razones tanto éticas como epistemoló- gicas. El hospital opta, por lo tanto, por mantener una delimitación nítida entre el mundo de los yachak y la medicina occi- dental. No obstante, es capaz de aceptar la importancia de tales concepciones y prácticas para sus pacientes y familiares, demostrando, no solo respeto, sino hasta apoyo activo a aquéllos que desean con- sultar un yachak a continuación del trata- miento hospitalario. A pesar de reconocer las diferencias culturales abiertamente, y te y el mantenimiento de la comunicación entre el paciente y sus familiares. Éstos incluso pueden ser hospedados en una casa de enfermos y familiares en la capi- tal. Resumiendo: el contexto institucional particular facilita las condiciones impres- cindibles para que un hospital con servi- cio quirúrgico pueda ser integrado social y culturalmente en una región como el bajo río Napo ecuatoriano. Sin enfocar explícitamente aspectos particulares de las culturas indígenas de la zona, los fac- tores institucionales aquí mencionados hacen posible que valores principales de la vida tradicional indígena puedan ser respetados: primero, el contacto personal y una relación social con los proveedores de los servicios sanitarios (entre ellos el médico) que no se limite a temas y oca- siones estrictamente profesionales; y se- gundo, la posibilidad de acompañar al fa- miliar enfermo dentro del hospital hasta en el caso extremo de la necesidad de una transferencia a un centro sanitario lejano, por ejemplo en la capital. Resulta que el hospital ya no es el sitio anónimo, cerra- do y amenazante que se conoce de otros lugares, ya no es el temido “lugar donde la gente va a morir” (Fernández Juárez 2006). Sino es una institución abierta en la cual la vida indígena no es ajena y que permite mantener los lazos sociales y fa- miliares tan importantes para el bienestar y la buena vida (alli kausay en Kichwa), que son especialmente importante en caso de enfermedad y situaciones percibi- das por pacientes y familiares como cer- canos a la muerte. Si bien es verdad que en el caso concreto de Nuevo Rocafuerte la institución auspiciadora es la iglesia ca- tólica a través del Vicariato Apostólico de

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