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El hospital y los encuentros interculturales 69 hospital y también adaptada a la medici- na occidental. Sabiendo, por ejemplo, que en la cultura indígena es muy importante morir en su propia casa, apoyamos a los pacientes y a sus familiares en esta deci- sión. No tenemos tampoco problemas para utilizar nuestra ambulancia, un deslizador potente, y llevar a los pacientes terminales a su casa. Y, si desean llevar al paciente al yachak, les damos total libertad para que ellos mismos lo decidan. Estoy recordando la llegada de una mujer shuar, en fase terminal, tras recorrer du- rante meses varios centros de terapias in- dígenas, siempre interpretada su patología como una acción maléfica que superaba el poder de los yachak y que había hecho gastar grandes sumas de dinero a la fa- milia. La baciloscopia mostraba enormes cantidades de bacilos de Koch, el germen causante de la Tuberculosis, y la paciente fallecía a las pocas horas. Dejé mi papel de médico y me convertí en la persona que tomó la lancha rápida del hospital, viaja- mos directos a Coca con el cadáver de la señora y su marido, y de allí en una furgo- neta a la comunidad de la vía Aucas donde vivía la familia de la mujer fallecida para que la velaran y enterraran entre los suyos. A veces, manejar todo este mundo cultu- ral se convierte en un arte lleno de mati- ces, que solo la larga permanencia ayuda a poderlo realizar. Esta red de relaciones sociales llega hasta Quito mismo si hay que trasladar un paciente hasta la capital. Mu- chas veces la distancia es un gran problema para los familiares y la infraestructura les ayuda en los procesos difíciles. Existe una casa de enfermos del Vicariato, donde se les [P] ¿Podría decirse que en el hospital de Nuevo Rocafuerte, donde oficial- mente la cultura indígena está más bien ausente, ésta sí tiene espacio para ser vivida por la gente? Es decir, que la gente – pacientes y familiares – aceptan el hospital, entre otras cosas, porque sa- ben que pueden seguir viviendo su vida “normal” de indígenas y que no tienen que prescindir de aspectos esenciales como es, por ejemplo, la relación con la familia y con su ambiente social, hablar su idioma y comer una comida aprecia- da. El mismo hospital es muy diferente al mundo indígena, pero parece que lo deja entrar según las necesidades y prio- ridades individuales de cada paciente. ¿Qué opina de ese punto? [R] Creo que lo que se afirma en la pre- gunta es cierto: el mundo indígena no se encuentra tenso en nuestro mundo inter- no hospitalario. Nos gusta mantener los criterios que dirigen el hospital, al mismo tiempo que intentamos acomodarnos a circunstancias especiales que surgen en casos concretos. Para que los pacientes se sientan en su entorno habitual ofrecemos, por ejemplo, que un familiar se quede con él en la clínica como acompañante. El resto de las personas o quienes vienen de lejos si necesitan se hospedan en casas de personas conocidas de la población o de las comu- nidades indígenas cercanas. Es evidente, además, que pueden seguir hablando su lengua materna y, siempre cuando haga falta, hay interlocutores para que expliquen a aquellos pacientes con dificultad de en- tender el castellano lo que sucede y lo que tienen que saber con respeto a su enferme- dad. Así la vida “normal” puede ser vivida bajo las circunstancias extraordinarias del

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