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Curar en la selva herida 62 compleja y, sobre todo, en enfermedades crónicas y mentales. Pero bien, cuando estamos con pacientes indígenas, el tema de los conceptos de en- fermedad y salud tiene también esa otra dimensión, que es la diferencia fundamen- tal entre los pensamientos de la medicina científica –basada en la biología y las de- más ciencias naturales– y los conceptos de magia, para decirlo así, que atribuyen la enfermedad a la maldad y la chonta pala mandada por un yachak. Yo tengo la im- presión de que la gente está preguntándo- se frecuentemente cuál de ambas visiones está más cerca de la verdad. Me acuerdo, por ejemplo, del caso de un paciente de la nacionalidad Naporuna, Don Ignacio. Era un hombre muy cono- cido y uno de los líderes más experimen- tados de las comunidades Kichwa. Pero resulta que durante una minga (trabajo comunitario) en su comunidad le surgió un problema grave con un yachak. Dis- cutían fuertemente y al final el yachak le amenazó con mandarle una maldad. Al día siguiente, Ignacio, de hecho, se puso bastante mal, con un dolor insoportable en el pecho izquierdo y en la espalda, acom- pañado por un malestar general y fiebre fuerte. Lo primero que pensó fue que el yachak le hubiese hecho lo que el día an- terior le había anunciado. Así me lo contó después. Por lo tanto fue a hacerse ver por otro yachak, que vivía un poco más abajo de Pañacocha, casi a la mitad de camino entre Coca y Nuevo Rocafuerte por el río Napo. Ése le examinó y tomó su ayahuas- ca, pero no logró curarle. Dijo que el otro le había clavado dos cachos de venado en la ca joven del mismo grupo incluso vivió varios meses dentro del hospital por causa de una tuberculosis. No hablaba casi castellano, pero una de nuestras enfermeras colombianas, la hermana Laura, que sabe hablar la lengua Waorani, se comunicaba con facilidad con la enferma. Y cuando llegaban los familiares a visitar se hospedaron en una casa de huéspe- des de la misión, porque no tenían otro lugar para quedarse en el pueblo. Creo, sin embargo, que el problema de fon- do es más complejo y que además hay que distinguir la cirugía y las emergencias de otras enfermedades y situaciones terapéu- ticas. Por un lado, he visto una gran aper- tura para aceptar procedimientos médicos occidentales en situaciones de emergencia. Además, en el mundo quirúrgico tenemos la ventaja de que nuestro concepto de en- fermedad es “corporal” en el sentido de que en muchos casos el problema del cuerpo es claramente visible. Una fractura, un corte por machete o una hemorragia postparto son manifestaciones objetivas de enferme- dad. Y la intervención quirúrgica tiene resultados de inmediato e igualmente vi- sibles. Algo parecido ocurre con muchas enfermedades tropicales donde se puede identificar y hasta ver el agente causante, por ejemplo el parásito en el caso de la Ma- laria (Plasmodium) o los huevos del pará- sito en el esputo del enfermo por Parago- nimiasis. Y con la bacteria o el parásito se identifica claramente el blanco preciso de la actividad terapéutica. Por eso, siempre cuando la ocasión se presenta, les muestro en el microscopio los parásitos que causan la enfermedad. Más difícil es la situación en enfermedades con patologías del área de la medicina interna, que a veces son muy

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