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Curar en la selva herida 58 décadas ya, en enfoques como la llama- da medicina psicosomática, para muchos profesionales han quedado relegados en su práctica médica, haciendo que la cien- cia médica moderna haya perdido facetas vitales en su actuación, con el riego de con- vertirse en una “medicina mecanicista”. Cuando uno se sumerge en el mundo ama- zónico y en sus gentes, experimenta un sal- to cualitativo en muchos aspectos, también en el de la interpretación de la enfermedad. Ésta no se basa en conocimientos científi- cos, en la biología animal y humana sino en el mundo de las fuerzas ocultas que inter- vienen en el vivir humano. Estas fuerzas se encuentran a merced de la voluntad, bené- fica o maléfica, de personas que han adqui- rido poder, fuerza, para proyectarlas sobre les esenciales para sus actividades vitales, han permitido conocer algunos mecanis- mos del enfermar humano: es el ámbito de la parasitología. Una medicina moderna está apoyada en los avances que ha expe- rimentado la biología en sus diferentes ra- mas que iluminan facetas importantes en la interpretación de la enfermedad. Si algo puede achacarse a estas concepcio- nes científicas de la salud y enfermedad es el riesgo de un abandono verdadero del mundo anímico que condiciona e interfie- re en la vida de la persona. Tan dentro de la biología humana hemos penetrado que olvidamos elementos que también condi- cionan, y a veces de forma muy importan- te, sus reglas de funcionamiento. Aquellos avances que se consiguieron hace muchas Con los waorani Haciendo de odontólogo de Buganey con los wao de Dikaro, en la segunda mitad de los años setenta.
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