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Curar en la selva herida 48 acertado este regreso al lugar y a la tarea que fue el sentido de mi vida durante tanto tiempo. En agosto de 2006 volaba de nuevo al Ecuador y pocos días después, tras lar- gas conversaciones con los directivos de la Facultad de Medicina de la UTE, me incor- poraba al HFT Era una nueva etapa, con nuevos planes y nuevas responsabilidades. El Hospital que dejé en 1994 seguía in- tacto, aunque algunos pequeños tesoros que yo guardaba en mi laboratorio habían desaparecido: ya no disponía del stock de reactivos que me permitieron fabricar co- lorantes para mis muestras microscópicas; algunos ejemplares de parásitos conserva- dos en formol se perdieron y parte de los equipos de microscopia y microfotogra- fía estaban ya totalmente inservibles, ¡tal es la penetración de hongos en la óptica, en este clima amazónico! Así es que ha- bría que replantear el tema de un nuevo equipamiento si queríamos reiniciar una tarea asistencial responsable y avanzar en el campo de la investigación. Existían, por otra parte, algunas deficiencias que apare- cían con suficiente claridad: la red eléctrica estaba obsoleta y era totalmente insuficien- te para el aumento que habían sufrido las necesidades básicas del Hospital; nuestra planta de luz, la pequeña Lister antigua, no podía con el gasto eléctrico que se le solicitaba; necesitábamos nuevos equipos para aumentar la gama de pruebas de la- boratorio; el servicio de odontología nece- sitaba renovación urgente. Y, además, sería muy conveniente disponer de una nueva área de terapia intensiva con equipamiento adecuado. Por último, la UTE deseaba con ahínco iniciar en nuestro pequeño hospital amazónico un programa de telemedicina, hacía aproximadamente cuatro años y se había comprometido a apoyarlo de forma decidida. Ahora, la Universidad deseaba convertirlo en Hospital Docente, donde sus estudiantes del último año académico, el llamado Año de Internado Rotativo, pu- dieran realizar una experiencia, de un mes de duración, en patologías tropicales y pa- rasitología. Reconozco que las razones con que apoyaron esta petición me parecieron importantes y fueron mis propios supe- riores religiosos quienes creyeron que era Un ícono del pueblo de Rocafuerte La fachada del Hospi- tal Franklin Tello antes de la última remodelación (2011).

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