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Una selva viva y habitada 33 Lo que llama la atención al visitante es la capacidad de integración de esta población en el medio amazónico. Se vive dentro de la selva, siempre cerca del río, que se con- vierte en la única vía de movilización. Fau- na y flora forman una cierta unidad con sus habitantes. El clima amazónico con sus rasgos fundamentales de calor y humedad está integrado en su forma de vivir. Quedan indicios de una vida primitiva, simple, casi de supervivencia, en que lo esencial se con- vierte en la preocupación casi total de sus sueños y fantasías. Pero, al mismo tiempo, todo el proceso de colonización de regiones vecinas ha arrastrado a un cambio de cos- tumbres y a un aumento de necesidades. Grandes gabarras se las ve en cualquier tramo de este largo recorrido de 300 km entre Coca y Nuevo Rocafuerte, tubos de perforación, camiones y tráilers, depósi- tos enormes de combustibles ocupan su superficie y avanzan lentamente desde los centros fluviales de diversas compañías pe- troleras hasta las terminales de la carretera, Selva habitada E l último censo de población (2011) refleja el crecimiento poblacional de la provincia de Orellana. De una po- blación de 89 443 en 1998 a 137.848 habi- tantes, es decir, una población que ha creci- do en 54.12%. La mayoría, más de un 80%, pertenece a población inmigrante que llegó a partir de los años 70 y que ahora se encuen- tra firmemente asentada, aunque se mantie- ne un fuerte trasiego de población flotante. El cantón Aguarico se extiende a lo largo de los 120 km más orientales del Napo ecuatoriano y en los 150 km finales del río Aguarico. El censo del año 2001 da una población total no superior a 5000 habi- tantes. La capital de este viejo cantón se llama Nuevo Rocafuerte, de cerca de 500 habitantes, se sitúa en la desembocadura del río Yasuní. Un segundo centro urba- no se ha desarrollado en los últimos años alrededor del Comando Militar de Tipu- tini y engloba población militar y civil. Ambas poblaciones están integradas por indígenas kichwas y mestizos, algunos de ellos de implantación muy antigua, otros, casi recién llegados, pertenecientes a per- sonas dedicadas a la enseñanza, actividad administrativa y el grupo militar de proce- dencia varia. El resto de la población está organizada en pequeñas comunidades in- dígenas, situadas a lo largo de todo el río Napo y parte del Aguarico y Yasuní. Sus casas están separadas unas de otras por tramos amplios de selva, aunque existen lugares que aglutinan a cada comunidad con su centro comunal, sus escuelas pri- marias, y algunas construcciones para ser- vicio comunitario. La vida en la selva Todas las tardes, los niños disfrutan del baño en las playas del río. La vida es primitiva, simple, sencilla.

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