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Curar en la selva herida 28 En mis cuarenta años de experiencia ama- zónica la primera acción lesiva de impor- tancia surgió en la década de los años 70 del siglo pasado, cuando las compañías petroleras iniciaban la construcción del oleoducto que llevaría el oro negro desde el nororiente ecuatoriano hasta la costa de Esmeraldas. Así surge la carretera que atravesará la sierra y bajará por la vertien- te amazónica hasta la ciudad de Coca, en aquel entonces, pequeño poblado de un centenar de personas. Y, casi inmedia- tamente, aparece un movimiento masivo inmigratorio , procedente de casi todas las provincias ecuatorianas, que invadirá la selva circundante y, ubicándose en sucesi- vos respaldos paralelos a la carretera, talará sus preciosos árboles y convertirá en pas- tizales y huertos un territorio creado por la mano de Dios, para la vida esponta- nea de plantas y animales. Con los años, cerca de 100.000 habitantes ocuparán un espacio de selva amazónica en el que solamente vivían minúsculos grupos hu- manos nativos de la región. Esta primera gran trasformación del hábitat amazónico conllevó una huida en desbandada de la fauna existente en el lugar, una alteración notable del paisaje selvático, dando origen a sembríos y chacras para los que la tierra amazónica no está preparada. Casi coincidiendo con este movimiento migratorio aparece otro, éste de carácter “Una corte de justicia de Estados Unidos EEUU falló este martes en contra de la transnacional petrolera Chevron - Texaco, que solicitaba a la justicia norteamericana un posible pago de indemnización, pro- ducto de un juicio por daño ambiental que se le sigue en Ecuador. Unos tres mil ecuatorianos, entre indígenas y colonos de la Amazonía, demandan a la petrolera por los daños am- bientales causados en esa región durante el período en el que extrajo crudo de Ecuador, entre 1965 y 1992. Este juicio evidencia el sufrimiento que vienen soporta do miles de in- dígenas por culpa de la petrolera, acusada de haber vertido cerca de 18 mil millones de galones de residuos petroleros y productos quími- cos venenosos en los ríos que alimentan al Amazonas. Manuel Chilui- sa, un poblador amazónico afectado por Texaco, explicó que “la flora y la fauna se ha acabado de perder, está destrozado, el bosque ya no es natural como antes, ahora se ha destrozado, por eso queremos re- compensa, que la Texaco recompense al pueblo que está destrozado…” Ecuador es reconocido por expertos como el sitio en ndonde se registra el mayor desastre petrolero del mundo. Chevron-Texaco debería pagar entre 8 y 16 mil millones de dólares (USD) por daños ambientales.”. Telesur, 09/10/2008 El juicio del siglo El consorcio Cepe-Texaco con- taminó gran parte de la amazonía ecuatoriana.

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