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Una selva viva y habitada 23 En la selva virgen U n sueño, donde la fantasía se nutre hasta saciarse y el éxtasis crea espejismos difíciles de interpretar desde la cotidianidad de la “vida civilizada”. He aquí una mues- tra soñada en el pórtico de estas páginas sobre la selva ama- zónica del Ecuador: “Del mar y la larga noche nació el cristal singular, la madre del mundo. Un volcán esmeralda trasformado en espuma de hojas, pasta vegetal, raíz ardiente, sol convertido en festín. Surgió la lúcida melena de aguas de mil lunas y mil vientres de tierra primordial…Anidar en nidos de sabia, trepar en éxtasis, una agonía de vasos de seda líquida…frontera de Dios casi perfecta…Arrebatada la flor creció la Lila en las islas sonoras. Todos los seres mágicamente alineados tenían voz y barro, armonía y aposento…, y en el santo campo pasearon soles pacíficos, reposó la luna. Todo estaba bien hecho.” “Festeja tu cintura un ceñidor de bosque; tu tiempo, una estrategia lanzada al silencio. Fimamento de aguas escriben la historia de un naufragio deífico en el cristal nocturno de las lagunas. Se dan la mano plantas y dioses, dejando su huella en el sueño del hombre, en el lodo quimérico. Tiputini, húmedo gigante, tiempo interminable, esperanza y cripta de silencios; yo partí con mis amigos la fruta inviolada, herida que dejaste abierta con tu dentadura.” “Rastro de nieve, Cayambe líquido, gota a gota sangre de las montañas del norte, guadaña de fuego contra la selva, cofán bermejo. Aguarico, oro viejo de la selva ecuatoriana; tu vida se rompe contra el agua que parte las rocas. Un canto guerrero sacude tus cimas heladas, tus lagunas negras, tus montes de vidrio. Allá duerme el jaguar sus colmillos al viento, sus colmillos de miedo. ¡Aguarico, indio viejo astuto, tocador de arco, monótona melodía de historia amada, encía de sol, frontera de un sueño!” Saber estar, Santos Ortiz de Villalba, j. FAL/Cicame, p.15
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