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Curar en la selva herida 18 una ocupación imprescindible si queremos crecer en conocimientos y en terapias efec- tivas para las gentes amazónicas. El Hospital en situaciones extremas. Aco- ge diariamente enfermos procedentes de los mil rincones de su entorno. Muchos de ellos con patologías sencillas y terapias simples. Visitas cortas; escucha atenta a sus problemas; calor humano y medidas tera- péuticas que alivien y curen sus dolencias. Todo normal, casi cotidiano. Pero, de vez en cuando, en los momentos menos pensa- dos, surge lo inesperado, el dolor extremo, frontera entre la vida y la muerte. ¿Qué ha- cer? ¿Cómo abordar en nuestro medio, con nuestras posibilidades, estas emergencias que nos colocan en el filo de la vida misma? El Hospital que navega por los ríos ama- zónicos, una proyección viajera del mismo hospital, a la búsqueda de quienes viven le- jos y tienen dificultades para llegar a nues- tra casa de salud, una manera de acercarse a los hogares diseminados en las márgenes de los grandes ríos, Napo y Aguarico, y de los no tan grandes, como el Tiputini y el Yasuní. La Jambi purina (“la medicina que viaja”) ha sido una embarcación grande, un verdadero pequeño hospital fluvial; es la última etapa de una tarea asistencial que siempre se ha realizado desde el Hospital Franklin Tello. Cómo ha sido concebida, sus tareas concretas, las diversas formas que adquirió a lo largo de este proceso his- tórico. Luces y sombras, éxitos y fracasos, de una tarea que es esencial en nuestro mundo amazónico. Un Hospital de frontera. La situación geo- gráfica en que se encuentra enclavado el de pequeñas historias que han marcado su desarrollo y le han dado sus rasgos pecu- liares, su fisonomía propia. Contar cómo nació, cómo creció, quiénes forman parte de este largo proceso, todo esto se convier- te en una parte esencial de lo que es en la actualidad. Esta larga historia está íntima- mente ligada a la generosidad humana y a la visión noble y altruista de personas que nunca estuvieron cerca, que nunca cono- cieron a las gentes que viven aquí, pero que aman sus vidas y sienten profundamente el impulso de ayudar. Salud y enfermedad, dos palabras que ad- quieren su colorido propio en el mundo amazónico . Entender lo que significan, el sentido profundo que encierran, los cami- nos mágicos que permiten interpretar el por qué una persona se enferma y cómo y quién tiene el poder de sanar, se convierte en una sabiduría que es necesario adqui- rir. Los hombres que saben y pueden curar, los “yachak”, son figuras humanas impres- cindibles en el mundo amazónico. ¿Cómo establecer una actitud respetuosa y a la vez libre para discrepar? Se trata de un apren- dizaje lento, sujeto a frecuentes correccio- nes, siempre construido sobre el humus de un respeto y amor a la tierra y a los hom- bres y mujeres de la Amazonía, El Hospital que investiga sobre las diversas formas de enfermar. Siempre me fascinó la búsqueda de los agentes causantes de la enfermedad. Esos ciclos biológicos de los parásitos que hacen enfermar a mamí- feros, entre ellos al hombre, que viven en este medio amazónico. Cómo es la vida y acción de los agentes patógenos. Una cu- riosidad insaciable, una tarea fascinante;

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