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Curar en la selva herida 171 está preparado para todo, pero solo cuando le pasa se da cuenta que no es tan cierto. No atinaba qué preguntar, fue como si aquella adolorida mujer me estuviera tomando una de las lecciones más difíciles de mi carrera de medicina, pero, bueno, respiré, superé el temor y llamé al Padre Manuel, quien siem- pre estaba presto para ayudar y socorrer a los inexpertos “doctores” que llegamos allá. Terminó la consulta y sentí una sensación extraña que puede traducirse como satis- facción, pues descubrí que los enfermos en Nuevo Rocafuerte necesitan alguien con quien hablar más que alguien que los pueda sanar, y esa iba a ser mi labor. Mientras pasaban los días, mi corazón se llenaba de alegría con cada sonrisa y apre- tón de mano de los pacientes al salir del consultorio, sentir cómo esa gente humilde y marginada, se siente importante y tranqui- la con solo escucharla: es maravilloso. Pero así como se ayuda a los demás también hay tiempo para enriquecer la mente y no solo el alma. El Franklin Tello me dio muchas facilidades para aprender de laboratorio e imagen, así como enfermedades tropicales, pues, el director del hospital, es un experto en Chagas y se han realizado muchas in- vestigaciones con ayuda del personal del hospital, con respecto al tema y ese material bibliográfico es oro puro para que nosotros, los estudiantes, podamos adquirir conoci- mientos bastos de una enfermedad tan co- mún en esta región. En fin, son tantas cosas increíbles que tuve la suerte de vivir: navegar por el Napo, ba- ñarme en el Yasuni, hacer artesanías, sanar mordeduras de serpientes, hacer visitas do- miciliarias en canoa, compartir con las Her- manas y los Padres Capuchinos sus viven- cias, pero lo más lindo que me pasó fue que pude dejar un pedacito de mi corazón en la frontera con Perú y traerme a cambio el espíritu de humildad, bondad y cariño de un grupo de personas entregadas al servicio de los más necesitados. Lo único que puedo decir es GRACIAS por permitirme compartir su labor y ser parte del grandioso Hospital Franklin Tello. María Fernanda Ortiz Una lección de humanidad Quienes pasan por el Franklin Tello se sienten enriquecidos no solo profesional- mente sino como personas.

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