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Curar en la selva herida 164 tudes que es necesario adoptar frente a los “yachak” que ejercen su actividad sanado- ra. Comprender ese mundo lleno de magia y misterio, tan alejado de las concepciones científicas del funcionamiento de nuestro organismo humano y de sus formas de enfermar; situarse ante los enfermos que sienten su vida invadida por fuerzas ocul- tas y poderosas, diagnosticar de acuerdo a nuestros conocimientos, sin despreciar a las personas que juzgan su enfermedad desde categorías tan diferentes, se convier- te en un arte difícil de aprender. Nos co- rresponde una tarea docente delicada ante los pacientes, dándoles elementos para que progresen en una interpretación más veraz de sus dolencias y nos corresponde otra tarea docente, tan delicada y llena de pa- ciencia, para que los jóvenes profesionales que llegan a nuestro hospital crezcan en sabiduría verdadera, en actitudes acertadas ante enfermos, yachak y curanderos, que mantengan sus conocimientos y al mis- mo tiempo conserven el respeto y el amor hacia el mundo indígena. Saber distinguir entre lo verdadero y lo falso, la verdadera sabiduría de quienes tratan de curar des- de su mundo cultural y discernir las falsas sabidurías que crean verdaderas fracturas en la vida de la comunidad indígena, tarea nunca plenamente alcanzada, pero tarea imprescindible si se quiere ser aceptado por el mundo cultural amazónico. He contado en páginas anteriores que, en noviembre del año 2005, con ocasión de la inauguración del nuevo Campus de la UTE, recibí una invitación particular para este acto académico. Durante esos cortos días que volví al Ecuador me pidieron, de ma- nera oficial, regresar al Hospital Franklin de publicar una obra extensa, con una bue- na iconografía, de lo que iba a llamar “Pa- tología agresiva en la Amazonía”. Perdí su contacto después de una segunda visita que recibí algún tiempo después de la primera. Nunca supe si esta obra se publicó. En esos 25 años primeros años de vida amazónica en el hospital, de forma irregu- lar, recibí la ayuda de algunos profesionales jóvenes que tenían que realizar su año de práctica médica rural. Llegaban a un mun- do distinto del que habían vivido hasta la fecha y todo resultaba nuevo y original. Pasábamos los primeros meses realizando una adaptación de sus conocimientos aca- démicos al ejercicio práctico de la medi- cina, adaptado a las capacidades reales de nuestro Centro de salud y a las circunstan- cias concretas del mundo amazónico. Era curioso ver el proceso de cambio que se iba instalando en sus mentes y comprobar que la capacidad de adaptación a un mundo nuevo tiene diferentes ritmos de acuerdo a la personalidad y al nivel de formación académicos. También esta tarea estaba llena de sorpresas para mí, unas gratas y estimulantes, otras con cierto nivel de frus- tración. Era, una vez más, un intercambio de conocimientos en el que yo aportaba ex- periencia de las peculiaridades del mundo amazónico y ellos me ponían al tanto de las últimas actualizaciones académicas. Queda por señalar un campo importante en esta tarea docente peculiar, de especial importancia, que es necesario adquirir si se quiere trabajar con resultados positivos en el mundo cultural de los pueblos amazóni- cos; se trata de cómo situarse ante concep- ciones nativas de la enfermedad y las acti-
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