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Curar en la selva herida 136 cayó al río. Todo fue instantáneo. Busca- mos, llenos de angustia, pero no apareció. La búsqueda se prolongó sin éxito. A los dos días rastreábamos el rio con pequeñas canoas, rebuscando entre las palizadas. Al tercer día apareció: enganchada entre palos, partes importantes de su cuerpo habían desaparecido por la acción de pes- cados y crustáceos. La envolvimos en una manta y la trajimos al Hospital. Todo fue muy doloroso. La enterramos en un peque- ño rincón, bajo la lápida que marcaba la fe- cha, su nombre y su corta edad de 25 años. En nuestra propia carne sufríamos la pér- dida de alguien que había llegado llena de vida e ilusiones, pensando que entregaría su vida por las gentes amazónicas, aunque nunca imaginó de qué manera. de un problema de vesícula biliar. Pudimos oír al avión que despegaba desde Tiputini y comenté que por fin la señora iba a resolver su problema, dejándonos con un mínimo de tranquilidad en nuestro hospital. Cuando regresábamos de nuestra gira, vi a lo lejos el deslizador de los militares que llegaba al puerto del hospital y pensé que la enferma no había tomado el vuelo espe- rado, y que volvía una vez más a nuestra consulta. ¡Qué pena, pensé! La hermana María Ángeles se puso en pie, para ver me- jor, en medio del deslizador, sin apoyos, y en ese mismo momento la embarcación di- rigida por el aprendiz de motorista, realizó un giro para aproximarse a nuestro puerto. La embarcación se balanceó y la hermana indígena debía ser parte central de su cre- cimiento humano. Todos nuestros esfuer- zos se dirigían a conseguir que las propias comunidades kichwas del Napo fueran protagonistas de su propio destino, con rasgos que incluyeran su mundo cultural y pudieran incluir en él algunos beneficios que conlleva la integración en el conjunto del Ecuador. Así surgieron la organización indígena FCUNAE, la educación bilingüe y los Promotores de salud indígena (SANDI YURA). El tema de la aparición de los Promotores de salud indígenas se debió fundamental- mente a dos excelentes profesionales que N o podría precisar cuánto tiempo duraron estas salidas de los sába- dos por la tarde, pero fueron va- rios años. Después, tuve que abandonar este ritmo loco y reorganizarme mejor. Al mismo tiempo comenzábamos a poner en marcha un proyecto más ambicioso, en el que el hospital no era el protagonis- ta principal. Las fuerzas vivas de la Iglesia de Aguarico trataban de ampliar su acción social, en el que existían tres grandes capí- tulos que abordar y mejorar. El liderazgo indígena y su organización, la educación de las comunidades nativas y el amplio campo de la salud. En los tres temas existía una idea que guiaba nuestros esfuerzos: el La salud desde la comunidad

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