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Curar en la selva herida 126 la paciente era llevada a su cama. Ninguna complicación y un feliz despertar. Se trataba de un “quiste dermoide”, altera- ción embrionaria de las células germinales de aquel pequeñísimo ovario izquierdo. Tumoración muy poco frecuente, de na- turaleza benigna y que hubiera sido muy fácil de diagnosticar si, como ocurre con frecuencia, hubieran aparecido algunos dientes en su interior. A los 7 días la niña regresó a su casa y yo la visité a las pocas horas de llegar, porque en aquellos días había subido por el Napo, recogiendo muestras de sangre para una investigación sobre enfermedad de Chagas que llevábamos entre manos. Las hermanas que estaban atendiendo en el hospital realizaron un examen copropara- sitario, sin resultados especiales. Yo llegué al hospital el día 29 e inmedia- tamente me informaron del problema del niño de Josefina Vega. Ésta se presentó al día siguiente en la consulta y se veía su gran preocupación. - Doctor, no sé qué le pasa a mi hijo, sus de- posiciones no son normales: parecen brea. ¡Está cada día más pálido! - Ya sé que las hermanitas le hicieron un examen de heces, pero, vamos a repetirlo, milia. Ellos solo querían que se le operara en Nuevo Rocafuerte. El día 17 de julio ingresó. Clínicamente la tumoración era de implantación peduncu- lar y fácil de extirpar. El estado general de la pequeña era excelente. El día 19, a las 8 a.m. entraba en quirófano. Empleamos dosis fraccionadas de ketalar. La laparotomía mostró una tumoración grande, quística, con una parte llena de gra- sa y pelos. Estaba implantada en trompa de Falopio izquierda y englobaba parte de la trompa y el ovario. Dos pinzas aislaron la tu- moración y, tras la ligadura, ésta fue sacada del abdomen. Inmediatamente cerramos y, mientras examinábamos aquella formación, E l niño Kadir Legarda había nacido el 9 de abril de 1982. Tenía, por tan- to, el 27 de julio menos de cuatro meses. Hasta la fecha no existían proble- mas de salud importantes y su desarrollo se había mostrado normal. El 27 de julio se presentó en el hospital en brazos de su madre; ella estaba muy pre- ocupada porque las deposiciones del niño aparecían negras como el carbón. No se quejaba de nada y mamaba normalmente. Pero desde hacía tres días el color de sus heces no era normal. También llamaba la atención una discreta palidez que antes no se apreciaba. Una parasitosis extremadamente precoz (julio, 1982)

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