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Curar en la selva herida 124 facilidad cuando se la empujaba y tenía el tamaño de una mandarina. No era doloro- sa a las maniobras de exploración. - Jaime, no se trata de una hernia; tu hija tiene un tumor en el vientre; parece grande y no tiene mal aspecto. No te puedo decir de qué clase es. En cualquier caso habría que operarle. Ahora yo no te puedo asegu- rar si podré operarle o no. Depende de lo que sea. Si te parece bien, podrías bajarla Rocafuerte y allí podríamos examinarle mejor. Podemos verle por dentro con unos aparatos especiales y tener una idea más exacta. Entonces tomaríamos una decisión. - Ya, me parece bien. Veré cuándo puedo viajar a Rocafuerte. Y así quedamos, hasta que el día 4 de junio se presentó en la consulta del hospital. En el interrogatorio nos contaba que la tu- moración había aparecido hacía unos dos años; que había crecido y que se movía. A veces le dolía y otras no. La niña se encon- traba bien; comía sin problemas y llevaba una vida completamente normal. Realizamos un estudio ecográfico con un pequeño aparato Siemens que reciente- mente había llegado desde España y que, en ocasiones, permitía diagnósticos que, para algunos habitantes de la región, roza- ban la brujería. Existía efectivamente una tumoración hueca, quística, independien- H acia mayo del 90 yo me encontra- ba en Coca, en alguna de nuestras muchas reuniones. En la puerta de entrada del Seminario, cuando conversa- ba con otros compañeros, se acercó Jaime Salazar de Amarum Mesa, comunidad ki- chwa cercana a Coca. Estaba preocupado y le habían indicado que me consultara. - Doctor, tengo una hija pequeña que tie- ne una hernia grande y quería saber si Vd. puede operarle. - No sé, le contesté, tendría que ver cómo es y si es posible operar. ¿Dónde está tu hija? - Está aquí, con la mamá. Era una pequeña de unos 8 años. Tenía en su mirada toda la timidez y sonrisa de los niños kichwas amazónicos. - ¿Cómo te llamas?, le pregunté. -Adelaida, se le oyó en un tenue murmullo. -Veamos esa hernia que dice tu papá. Ven, échate en este banco, para que te pueda examinar, Era delgada, pero bien nutrida; todo indi- caba una niña con excelente salud. Efectivamente, echada, asomaba una tu- moración en medio del abdomen. Era consistente, pero no dura; se movía con Un tumor misterioso en el abdomen (julio, 1990)

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