BCCAP000000000000025ELEC

Curar en la selva herida 120 Se cerró y se mantuvo una hidratación ade- cuada en el postoperatorio. Yo regresé al día siguiente al Oriente, can- sado y feliz, no solo por un diagnóstico acertado, sino porque habíamos podido ayudar a un paciente que acudió al hospital en demanda de auxilio. en la caída del paciente. Por favor, revisen en detalle la vejiga. Cuando lo hicieron y levantaron la parte posterior de la misma, apareció una aber- tura en zigzag de 3 cm de longitud. ¡Increí- ble!, decían. El líquido que había en el ab- domen era, en realidad, orina. Una semana antes y, de forma brusca, pierde visión en ojo izquierdo, sin causa aparente y, pocas horas después, se encuentra paralizada de ambas extremidades inferiores. Solamente dos días antes siente pesadez y edemas en am- bas piernas. Al mismo tiempo le es imposible orinar. Le llevan a Reinaldo Jipa, conocido y prestigioso “yachac” que vive en Sinchichicta. Cuando llega al hospital el cuadro es fran- camente triste: ningún movimiento, ni el más mínimo, de sus piernas; ausencia completa de sensibilidad. Y la angustia de su pérdida parcial de visión. Desde hace tres días su vejiga se mantiene llena y su vientre abultado acusa un embarazo de aproximadamente cinco meses. Existe apa- rentemente una ausencia de actuación de musculatura y esfínter rectales. El examen coproparasitario muestra abun- dantes huevos de anquilostomas y áscaris. Le sometemos a un intenso tratamiento con complejo B, tiamina en dosis fuertes, sulfamidas para su casi segura infección de vías urinarias y un vermífugo de amplio es- A lo largo de los años de trabajo hos- pitalario hemos visto, en varias oca- siones, pacientes jóvenes que, de forma casi siempre brusca, han iniciado una parálisis total de ambas extremidades infe- riores, mientras el estado general se mante- nía inalterable. Al comienzo, estos cuadros me llenaban de perplejidad y preocupación. Después, la experiencia vivida me ha ense- ñado a mantener la calma, con la certeza de que un tratamiento constante lleva siempre a un restablecimiento total de los pacientes. Recojo uno de los varios casos vividos en- tre nosotros. El 12 de marzo de 1989 llegó al hospital, una vez más, Filomena Machoa, de 28 años. Ella había estado hospitalizada en dos ocasiones anteriores, en el 76 y 77, con cuadros anémicos importantes, coin- cidentes con embarazo. La última vez que la vimos en la consulta externa fue por un cuadro palúdico, que fue sometido a trata- miento. Esta vez llegaba en un estado la- mentable. El misterio de las parálisis juveniles (marzo, 1989)

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz