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Curar en la selva herida 98 gre por Trypanosoma cruzi. No le dieron mucha atención y le remitieron a su casa, pues no tenían tratamiento específico. Pude examinar la placa perteneciente al niño y efectivamente los ejemplares de T. cruzi eran abundantes y no ofrecían nin- guna duda sobre la naturaleza del parási- to. Me fue imposible localizar al paciente, pero pude conversar con el tecnólogo del SNEM para que supiera que yo disponía de tratamiento específico para esta enfer- medad. En los dos años siguientes varios casos fueron diagnosticados, todos ellos en la fase aguda y grave. Tres de los mismos fueron remitidos a nuestro hospital y tra- tados en él. Para el año 1991 teníamos ya una casuística de 8 casos y en 1992 nuestra casuística, junto con la recogida por el Dr. Ronald Guderian, llegaba a 12. Pudimos comprobar la eficacia de los tratamientos con Nifurtimox, el Lampit de la casa Bayer, y el estudio de las personas afectadas nos permitió determinar que la enfermedad había sido contraída en nuestra Amazonía. Mientras, trataba de localizar los vectores de la enfermedad. Son chinches de campo que viven en el peridomicilio y vuelan de noche a las viviendas para alimentarse de la sangre de las personas que habitan en ellas. Al tiempo, conocía las tres especies de chinches existentes en la zona, R odnius pictipes, Rodnius robustus y Panstrongylus geniculatus , y comprobaba que existían ejemplares de las tres especies, en las dife- rentes áreas de nuestro nororiente ecuato- riano, parasitados por T. cruzi en sus heces, capaces de infectar en el momento de la picadura. Estos chinches defecan al picar y el pequeño prurito que provocan en la per- sona hace que los movimientos de rascado Amazonía Ecuatoriana y se pensaba que la cuenca amazónica era territorio no signifi- cativo para esta dolencia. Por otra parte, todos los textos de Parasi- tología hablan, entre sus capítulos más im- portantes, del descubrimiento y naturaleza de la enfermedad, a quien se la denominó enfermedad de Chagas, en honor de su des- cubridor, el brasileiro Dr. Carlos Chagas, hacia el año 1909. El parásito que la causa es un ser vivo unicelular, con un flagelo en su polo anterior que le permite desplazarse con movimientos ondulantes y rápidos en la sangre del enfermo, causando en ocasiones un cuadro muy grave febril, con complica- ciones que pueden afectar a la vida del pa- ciente. Se le denomina Trypanosoma cruzi . Si esta fase se supera, el parásito se traslada a tejidos musculares del corazón y de algunos tramos del intestino y, con el tiempo, puede producir alteraciones cardíacas o digestivas de especial gravedad. El parásito se parece al que produce en África la llamada “Enfer- medad del sueño”, aunque su trasmisor no es una mosca, sino un chinche de monte al que la gente del campo llama chinchorro, pito y algunas denominaciones más. Todo esto lo conocía, pero solo a través de los li- bros de Parasitología. Mi primer encuentro con la enfermedad fue en el año 1987, y como pasa frecuen- temente, se debió a una serie de circuns- tancias casuales. En una visita al Hospital de Coca, uno de los doctores que trabajaba en él me habló de un niño de poco más de un año que se presentó con fiebre alta y que fue diagnosticado por el personal del SNEM (Servicio Nacional de Erradicación de la Malaria) como invadido en su san-

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