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biopsias realizadas ní)guna dio resultados positivos para microfilarias. Encontramos lesiones discretas en la piel, interpre tadas como alteraciones cutáneas crónicas por picadura de insectos, especialmente simúlidos, sin alcanzar en ningtn caso lesiones importantes como las descritas en la Oncocercosis. No vimos casos de manchas moradas, atrofias cutáneas, elefantiasis; sí encontramos imágenes sugestivas, pero inciertas, de erisipelas de la costa, sarnas filariásicas y prúrigo. No pudimos encontrar nódulos dérmicos que sugirieran oncocercomas. Solamente en un caso encontramos fotofobia y en otro un leucoma puntifonne. En un tercero existían alteraciones del cristalino, pero nada sugería una etiología oncocercósica. En ningtin caso de los Mazotti positivos existía pérdida de la agudeza visual. Estudio de simútidos En las tres comunidades pudimos recoger abundantes ejemplares de simúlidos, que los nativos llaman çhuspis. Una muestra de cada comunidad y de los ejemplares recogidos en Nuevo Rocafuerte los envié al Dr. Antonio D’ Alessandro, a CIDEIM, en Cali. El se puso en contacto con el Dr. Pablo Barreto, M.D., del Departamento de Microbiología d la Universidad del Valle y, poco tiempo después, el 17 de agosto, me enviaba los resultados. Los ejemplares de Nuevo Rocafuerte pertenecían a la especie S. sanguineum, Knab; los del Payamino, a S. exiguum, Roubaud. Esta fue la ocasión para intercambiar unas cartas con este insigne entomólogo, quien se ofreció amablemente a publicar algunos trabajos míos en la revista colombiana Colombia m&lica. El tema de la Oncocercosís en el Oriente ecuatoriano quedó por un tiempo aparcado, fuera de mis intereses. En el año 84 en 95

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