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Sachas desde su nacimiento, pero ¿quién aseguraba que en su venida desde su provincia natal la familia no había acarreado los triatominos portadores de la enfermedad? Los pequeños enfermos de la enfermedad de Chagas En febrero del 88, cuando una vez más me encontraba en vísperas de un largo viaje a España, que duraría un año entero, una niña de 13 años, MPD, que vivía en la población de Nuevo Rocafuerte, se presentó en el hospital con un ojo cerrado por un proceso inflamatorio agudo. La víspera se había acostado normal; de mañana su ojo izquierdo estaba edematoso, no doloroso y tenía un pequeño ganglio infartado en la zona preauricular izquierda. Ver a la niña y pensar en un síndrome de Romaña fue una reacción inmediata. Parecía una imagen de libro de texto. La niña estaba completamente bien en su estado general. Hablé con la familia sobre la existencia de chinches en la casa y me lo confirmaron. Les pedí que me recogieran algunos, pero en esos días no consiguieron ningún ejemplar. Hablé con las Hermanas del hospital y les expliqué la secuencia del cuadro clínico en esos casos. Probablemente aparecería un cuadro febril en pocos días y, posiblemente, el estado general de la niña se afectaría de forma importante. Deberían tomar unas muestras de sangre sucesivas en los días próximos y, si daba positividad para Trypanosoma cruzi, debían iniciar un trata miento con Lampit. Salí para Quito y España con la incerti dumbre de lo que podía pasar y pensando que, si se confirmaba la presencia de Trypanosoma cruzi en ella, estábamos con certeza ante un cuadro autóctono. Esos mismos días había aparecido un segundo caso agudo en el SNEM de Coca: una niña de 7 años, IR, que vivía en el 79
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