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la Oficina Panamericana de la Salud había colaborado con equipos, habíamos tratado repetidamente el tema de la medica ción antipalúdica para programas masivos de tratamientos. Ya para entonces SNEM me había comunicado que no podíamos contar con medicación aportada por la Institución. En febrero del 89, en una visita al Hospital, el Dr. Pettigiani y el epidemiólogo de la OPS me habían traído un cantidad importante de tratamien tos çombinados, que podía cubrir con creces cualquier programa masivo para el cantón Aguarico. Así es que el mes de abril lo dedicamos a una programación esmerada sobre terapia masiva antipalúdica del cantón, con participación activa de las comunidades. Javier Aznárez se responsabilizaba de la zona alta del cantón y el Hospital de la zona baja, desde Tiputini hasta Rocafuerte. Se escogieron dos o tres representantes de cada comunidad y ellos realizaron un listado completo de las familias y sus miembros. Tenían un cuaderno en el que anotaban nombres, edades, sexos de todos los miembros de cada familia. Se repartieron las distintas áreas geográficas de cada comunidad y se informó a las comunidades, en reuniones bajo la dirección de sus responsables, que a partir de la primera semana de mayo, cada lunes, por la mañana, nadie debía salir de sus casas hasta que el encargado pasara dándoles a cada uno la dosis de tratamiento correspondiente. Se anotaba en el cuaderno la dosis recibida. Los responsables habían recibido para esa fecha las cantidades necesarias para sus tratamientos. El programa abarcaba 8 semanas. El 62 % de la población recibió sus 8 dosis y más del 90% completo 6 dosis del trata miento. Este programa, con variantes, se amplió al río Aguaríco y de esta manera el tratamiento colectivo abarcó a un porcentaje muy alto de la población del cantón. Al mes escaso del inicio de la campaña terapéutica ya había descendido casi a cero la casuística palúdica y este descenso, con pequeños ascenscs 61

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