BCCAP000000000000024ELEC

importante en el mes de mayo y que adaptaba su intensidad a la de la época de lluvias de la región y otro, en la segunda mitad, con un máximo en el mes de diciembre, precísamente en la época típica del verano amazónico, tiempo de sequía de la región. Los gráficos de Javier y míos, que se podían montar uno sobre el otro, recordaban la silueta de un camello de doble joroba. Curiosamente sus diagnósticos habían sido clínicos; los míos, parasitológicos. Unos u otros llevaban a las mismas conclusiones. En diciembre del 84 llegó al hospital un paciente palúdico especialmente afectado. Cuando examinamos su gota gruesa aparecieron formas gametocíticas en la clásica figura de banano. Era la comprobación del primer caso palúdico por P. faiciparurn que yo veía. En enero llegaron al hospital 17 casos y en febrero, 31. Ninguno fue mortal y, dato sobresaliente, tuve más proble mas por casos complicados en mi casuística con P. vivax que con P. falciparum. Desde diciembre ya estábamos verdaderamente alarmados sobre cómo íbamos a abordar el problema terapéutico de este importante brote que había dado, para una población de escasos 4000 habitantes, meses como el de mayo con 160 casos en la estadística de Javier y 100 en mi laboratorio del hospital, y en diciembre las cifras habían subido a 179 en el área controlada por el Dr. Aznárez, mientras que en la mía ofrecía 80 casos comprobados en el laboratorio. Era evidente que el SNEM no iba a poder abordar con eficacia este problema. Escribí al jefe regional de Malaria, ubicado en Puyo en aquella época, y le propuse un programa concreto. SNEM podía proporcionar la medicación; el personal de Malaria, el Dr. Aznárez y el equipo del Hospital asumiría el control del programa de tratamientos y un personal seleccionado en cada comunidad sería el encargado de visitar a cada familia y entregar cada semana las dosis correspondientes a cada uno de sus miembros. En febrero se puso en practica este programa y, aunque hubo fallos en varias 58

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz