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visitaba la comunidad, normalmente cada uno o dos meses. Las placas eran transportadas hasta el Puyo, donde un tecnólogo las coloreaba y revisaba. Los resultados eran comunicados al equipo del SNEM que visitaba las comunidades y un representante del mismo entregaba a los positivos un tratamiento radical de la enfermedad, a base de cloroquina y primaquina, según unas pautas bien determinadas. Un lapso de tiempo de más de un mes corría entre la toma de sangre y el tratamiento de la enfermedad. Al mismo tiempo el SNEM mantenía un programa de dedetiza ción cada seis meses, que cubría la casi totalidad de las vivien das de todo el Napo: siempre existían personas que se oponían a esta tarea, porque sus pequeños animales domésticos corrían riesgo de morir, intoxicados por el DDT. Curiosamente los recalcitrantes estaban siempre entre los blancomestizos, antiguos habitantes de la región que, como siempre, demostraban un nivel ínfimo de integración en cualquier programa que afectara al conjunto de los habitantes del Napo. Hay que reconocer que el SNEM había conseguido una eficiencia notable y el Paludismo se consideraba erradicado de esta zona amazónica cuando yo inicié mi trabajo en el pequeño hospital de madera de Roqafuerte. La campaña de dedetización conservaba para mí todas las connotaciones negativas de los productos tóxicos fuertemente combatidos por numerosos organismos internacionales, pero había que reconocer la eficacia del programa del SNEM en el tema de la Malaria en nuestra región. Contactos con el primer brote palúdico En junio del año 1972 me trajeron un niño de 13 meses que se encontraba muy afectado. Fiebre alta y bazo palpable. Vivía frente al Hospital, en la otra ribera del Napa. La gota gruesa fue 54

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