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Paragonirnus, los sometía a una disección en el microscopio óptico. Muchos de ellos estaban repletos de cercanas, pero no eran ciertamente de Paragonimus. Sabia que el porcentaje de parasitación de esta parasitosis era muy baja, inferior al 1 %, y que muchísimos ejemplares del mismo molusco, más de 35.000, habían sido sometidos a la misma investigación en el Perú, sin resultados positivos, pero merecía la pena realizar un esfuerzo. Así es que, cuando el 6 de noviembre, en uno de los ejemplares sometidos a compresión entre cubre y porta, aparecie ron mumerosas formas características de la cercana de Parago nimus, no acababa de creerlo. Rápidamente monté el equipo fotográfico y gasté un rollo completo de microfotografías, en la fijación para la pequeña historia del hospital, de las cambiantes figuras de aquellos organismos microscópicos, llenos de una vertiginosa actividad. Pude realizar coloraciones con carmín de algunos ejemplares y tomar las medidas de sus elementos internos más importantes. A los pocos días, una carta con algunas de las microfotogra fías salía para el Dr. Malek, quien me contestaba el 2 de enero del 86 y confirmaba la naturaleza específica de aquellas cercanas como pertenecientes al género Paragonimus. En esa ocasión me anunciaba la aparición de su Libro Snail Hosts of Schistosoinia sis and Other Snait-Transmitted Diseases in Tropical America: A Manual, publicado por Ja Oficina Panamericana de la Salud y el envío de un ejemplar. En una pequeña publicación de CICAME recogía estos resultados: Infestación natural de Aroapyrgus colombiensis por redias y cercanas de Paragonimus inexicanus (P. peruvianus) en la Región Amazónica Ecuatoriana, 1986, 14 pp. 34
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