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pécari albergaba la parasitación de los tres grandes grupos de helmintos: tremátodos, nemátodos y cestodes. Naturalmente, otros órganos y cavidades también ofrecían parásitos, pero, por el momento no me interesé en ellos. A mediados del 83 recibí un ejemplar de pulmón de tigrillo, Felis pardatis, y en él encontré dos tumores y cuatro Paragoni mus. Posteriormente acompañé en cacería de tejones, Nasua nasua, a algunos indígenas y también alguno de los ejemplares presentaba en su tejido pulmonar los clásicos tumores fibrosos, con Paragonlinus en su interior. En el 85 dos nuevas piezas de felis pardatis llegaron a mis manos con Paragonlinus en sus pulmones y, en el 93, el tejido pulmonar parasitado pertenecía a un jaguar, felis onca. Era fácil suponer que la gama de mamíferos parasitados tendría que ser mucho mayor, ya que muchos de ellos aprovechan la época seca, en que los cauces de pequeñas quebradas están sin agua, para rebuscar una variada alimentación en sus fondos limosos. Con el titulo Paragoniinus y pécaris como reservorios selváticos en la Región Amazónica Ecuatoriana presenté un pequeño trabajo en el VI Congreso Latinoamericano de Parasi tología, en Sao Paolo, Brasil, en septiembre del 83. En él mostraba mi pequeña experiencia y, al nrismo tiempo, realizaba una reflexión personal sobre el nivel de mis conocimientos adquiridos en la tarea propuesta. Mientras mantenía mi preocupación sobre cómo conocer mejor el ciclo biológico del Paragonimus, cuya fase de reser vorios naturales comenzaba a aparecer ante mis ojos más clara, realicé mis primeros ensayos sobre determinación morfológica del parásito. Probé algunos procedimientos elementales de disección, siempre difícil con ejemplares formolizados, y pude examinar los elementos básicos de la anatomía de este tre mátodo: también coloreé algunos ejemplares con paracarmín de Mayer, pero realmente desconocía la tecnología adecuada. Mis 29

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